viernes, 30 de diciembre de 2011

Adiós y bienvenido

 En este 2011 me pasaron muchas cosas. Cosas buenas, mejores, no tanto, malas y malas que luego derivaron en buenas, y lo mejor de todo es que pude capitalizarlas. Conseguí algunas cosas que me había propuesto y otras me quedaron pendientes.
Aprendí alguna que otra cosa que me está sirviendo o me servirá alguna vez en mi vida. También hubo encuentros y reencuentros. Conocí gente querible, maravillosa, y alguna que otra olvidable. También está la gente de siempre, esa incondicional, esa que está ahí, que no te abandona por que te quiere y los querés.
Es esa gente que es parte de tu vida y que no los concebirías fuera de ella. A todos ellos les digo gracias, gracias por soportarme, por tenerme paciencia por aguantarme durante todo el año sin tomarse vacaciones. Por lo menos vacaciones de mí.
Otro hecho importante, y que marca un antes y un después, una división tajante y dramática en mi vida, fue su regreso. Su regreso esperado, deseado, ansiado. Un regreso que se produjo después de una lucha sin cuartel, un regreso que fue impedido innumerables veces por alguien que quería aniquilar mis ilusiones y mucho más.
Ese regreso que se produjo después de 400 días y 400 noches, una ausencia que duró 9600 horas, con sus minutos y segundos, que fueron por mi vividas y padecidas. Ese regreso que nos hizo felices a todos por distintos motivos. Por fin, después de tantos padecimientos y sinsabores, él nos fue devuelto, aunque no tan rápidamente como nos fue arrebatado.
Después de 13 meses de ausencia, él volvió a mi vida y corre libre por mis caños. El que fuera otrora perdido, gracias a una vecina con mucho tiempo libre y poca imaginación, que un fatídico y gélido día de invierno, allá por septiembre del 2010, llamó a MetroGAS, quien vino, vió y cortó, en forma impía.
En general este año fue un año algo equilibrado, tuvo sus momentos tensos y límites, pero no da tan mal ni resta tanto en el balance de mi vida. No podría calificarlo de icónico o darle la categoría de bisagra en mi vida. Pero puedo decir que se ha dejado vivir.
El domingo comenzamos a transitar el año número doce de este nuevo siglo. Parece mentira, una docena y pasaron así, rápido, rapidísimo. Espero que el 2012 sea un año genial. Mis deseos para este año es que nos traiga lo principal: Paz, Amor, Salud y Prosperidad.
QUE TENGAN UN MUY BUEN FIN Y UN MEJOR PRINCIPIO. FELIZ 2012
BESOOO :-D.
Feliz Año Nuevo

jueves, 29 de diciembre de 2011

Argumentos y verdades de mentes

¡Cuantas veces pensamos “como me gustaría ser mosca o mosquito”, para estar presente en una conversación o en una situación, que es de nuestro interés sin ser vistos! A veces, tal vez más de las que quisiéramos, nos sentimos moscas o mosquitos, somos mudos testigos presenciales a quienes ignoran los protagonistas.
Estamos presentes a nuestro pesar, en forma accidental e involuntaria, en situaciones, conversaciones, diálogos y/o disertaciones en las que no quisiéramos ver lo que vemos, ni escuchar lo que escuchamos. Tampoco quisiéramos creer lo que se dice.
En esos momentos en los que me convierto en un mudo testigo presencial, presenciando lo que no quiero presenciar, es cuando me pregunto ¿Por qué? ¿Por qué la gente hace lo que hace, y dice lo que dice? ¿En qué se basan? ¿De dónde lo sacan y cómo?
Locos argumentos se enuncian livianamente. Se lanzan así como así al universo, haciéndolo poner colorado, dando por cierto lo dicho. Como si fuera una verdad a ultranza, la única verdad, la verdad que le dijo un vecino, un cliente, un señor en la cola del banco o a su mujer en la peluquería. Inconsistentes e inconscientes verdades secretas que se proclaman a los gritos, en cualquier lugar sin importar quienes las escuchen y como.
Verdades que suenan locas porque están fuera de contexto, de tiempo de espacio, de lugar y por eso suenan así. Aunque contextualizadas sonarían peor. Verdades que lo son a ultranza y que lo serán caiga quien caiga, y le cueste a quien le cueste. Verdades de cumplimiento inminente y perentorio que jamás se producen.
Verdades que son verdades por el simple hecho de ser ciertas, reales. Sabidas únicamente por esa elite secreta, seleccionada cuidadosamente para no crear pánico, ni caos, ni descontrol. Esa minoría selecta compuesta por aquellos que son parte de la cosa, personas encumbradas muy bien conectadas, y también por cualquier transeúnte, pasajero. comensal o usuario. Que esté o pase ocasionalmente por allí, en ese preciso y justo momento en el que el secreto que se devela a grito pelado, ve la luz que lo alumbra y lo vela despiadadamente.
Y uno ahí, sólo escuchando, como un mosquito/mosca. Sin poder hacer nada más que escuchar ese disparate aberrante sin pies ni cabeza, sin poder articular palabra, sin poder salir de su asombro, estupor, por escuchar lo que ha escuchado.
La pregunta es ¿Cómo se les ocurren esas cosas? ¿Cómo lo hacen? Es en esos momentos en los que miro muy fijo a los ojos a mi imaginación y la increpo, le recrimino a la vez que le pregunto: “¿Por qué no se te ocurren cosas así? ¡Podríamos escribir un Best Seller!”
Besooo.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Es sólo un breve adiós....

Añoré tanto tu llegada, esperé y esperé, y casi desesperé. Conté cada minuto, cada hora, cada día, que sin vos se me hizo eterno. Tu ausencia me entristece, me hiere, me daña. Tu ausencia hace que todo se vea diferente. Tu ausencia esta presente en cada detalle, que me hace notar como un mal anuncio, con poca sutileza, que ni siquiera estas en esencia, ni en espíritu.
Tu llegada me parecía lejana, e imposible. Y en algún momento mi ansiedad me hizo hasta dudar que llegaras tal como lo habías prometido. Por fin el tiempo pasó, y como siempre cumpliste tu promesa, y llegaste. Compartimos días soleados, aromas, colores, sabores, sensaciones y sentimientos.
Todo era felicidad y alegría en mi vida. Pero el tiempo pasó, y con el nuestro tiempo. Ahora… ahora tengo que decirte adiós. Despedirte con una sonrisa por todo lo que me diste. Una sonrisa que oculta mi tristeza y mi desánimo.
Nueve meses nos separan de tu vuelta, meses en los que voy a tener que lidiar con tu ausencia, meses en los que voy a extrañarte, meses en los que sólo voy a desear que estés aquí. Lo sé, es el ciclo de la vida, el curso de las cosas, las reglas del juego.
Así es, ayer terminó la primavera, mi estación preferida. Este año ella me trajo un regalo especial, un regalo inolvidable. Me trajo el gas que había perdido hacía 400 días. Gracias a una vecina con mucho tiempo libre y poca imaginación que llamó a MetroGAS, que vino, vió y clausuró.
También me trajo algún que otro sinsabor. En realidad fué solo uno, y más que sin sabor fue sin olor, por que estuve como 10 días con una gripe horriespantosa. Que me hacia estornudar, toser, lagrimear, además de privarme del perfume de los tilos, paraísos, jacarandás, jazmines y jazmincitos.
No entiendo mucho de números, ni de equilibrios financieros, pero creo que el balance primaverístico no está del todo mal. Estuvo la de cal, la de arena, sigo sin saber muy bien cual es cual, pero estar estuvieron, de eso estoy segura.
La cuestión es que ayer la primavera se fue y nos dejó para volver dentro de nueve meses. Lo único que me queda es decirle con las manos como palomitas: “Bye, bye, primavera, hasta el año que viene”.
Y COMO TE DIGO SIEMPRE, EL AÑO QUE VIENE, NO TE OLVIDES DE VOLVER.
Besooo.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi diálogo con una extraña

La vi al salir, sentada en el umbral de la puerta de mi casa. Estaba muy triste, pensativa. Era muy joven, no suelo hablar con extraños, pero la fragilidad de su aspecto y su actitud, despertaron mi curiosidad- Y a riesgo de recibir una respuesta inconveniente, le pregunté: “¿Estás bien?”
“No”, me respondió, “Gracias por preguntar”.
“¿Qué te pasa?”, inquirí.
“Me peleé con mi novio y me fui de casa hace … perdón ¿que día es hoy?”.
“Domingo”, contesté.
“¿Hace dos días, ya?”, se dijo a sí misma, asombrada, con un tono de pregunta.
Y con la última sílaba rompió en llanto. Un llanto con una congoja que me partió el alma, un llanto incontenible, desconsolado. Un llanto que hizo surgir mi empatía, conmiseración y solidaridad para con ella.
Era domingo, no tenía que hacer nada urgente, así que me senté a su lado a ver si podía ayudarla en algo. Me contó que se llamaba Giselle, que el viernes por la noche discutió con su novio, porque la vio hablando con un amigo.
“El era muy celoso, no soportaba nada. Siempre desconfiaba de mi, y lo peor es que yo no hacía nada para darle celos. Lo único que yo hacia era amarlo”.
“Lo amabas ¿y después de dos días no lo amás más?”, le pregunté
“Ahora es diferente”, contestó.
“Sos muy joven Giselle, seguramente fue una pelea y sólo eso. A veces los problemas parecen más importantes de lo que en realidad son. Tenés que calmarte, volver e intentar hablar con él. Decile que te molesta que sea tan celoso, que no te gusta como te trata. Todo es cuestión de hablar”.
Quería convencerla, calmarla, contenerla, consolarla. Todo eso junto, pero no lograba nada. Acudían a mi cabeza todas esas frases cursis que contienen esos señaladores y pósters que te gustan y comprás cuando sos adolescente. No sabía que decirle, ni como.
“Yo soy muy impulsiva”, me dijo, “Ese es mi problema. Nunca pienso las cosas antes de hacerlas. Las hago y después me arrepiento. Lástima, que me arrepiento cuando es muy tarde, cuando ya nada puedo hacer”.
“Lo mismo pasó con mis padres. Cuando era más chica, un día tuvimos una pelea. Ahí nomás agarré mi mochila y me fuí. Nunca más volví y tampoco los ví más. Después me di cuenta que tenían razón, pero ya era tarde. Me arrepentí tanto de haberme ido, de estar tan lejos de ellos. Pero no puedo volver atrás, ya no puedo, no hay forma. Lo hecho, hecho está.”
“¿No estás siendo muy dura con vos misma? Te estas obligando a no volver sobre tus pasos. Tenés que intentar ser más flexible, al menos un poco, un poquitito. Hacer una prueba, un mínimo intento y ver que pasa, con intentar nada se pierde. Seguro te vas a sentir mejor, porque vas a sentir que hiciste algo o al menos el intento.
Insisto hablando la gente se entiende. Tu novio, debe estar desesperado, no sabe nada de vos desde hace dos días. ¿Por qué no lo llamas por teléfono y hablas con él? ¿Por qué no explicarle que es lo que te pasa a vos, qué es lo que sentís?”
“Ya es tarde”, me dijo, mirándome muy fijo a los ojos como queriendo penetrarlos. Su mirada había cambiado mucho, muchísimo, tanto que hasta sentí miedo. Sus ojos habían pasado de reflejar una tristeza extrema a ser fríos, desalmados, penetrantes.
“Es demasiado tarde”, repitió.
“Estas siendo muy orgullosa, Giselle”, le dije.
Entonces, aun mirándome fijamente, con una voz y un tono que no le eran propios, que no había usado durante toda la conversación y que me aterraron, me dijo: “¿No te das cuenta? No puedo hablar con él porque lo maté”.

martes, 20 de diciembre de 2011

Estrecha Mente

Un cuadrado no entra físicamente en el espacio de un círculo, es materialmente imposible, y, lo mismo ocurre a la inversa. La mezcla de blanco y negro forma distintas tonalidades de grises, que van desde el gris muy claro, casi blanco al gris oscuro, casi negro. El casi marca la diferencia, el casi es el quid de la cuestión.
Y la cuestión misma es que el casi no puede ser visto por todos. Algunos únicamente ven el blanco o el negro, ignorando la existencia de un gris claro y un gris oscuro. Entonces ¿Cómo hacerles ver, cómo hacerles entender que existe una sutil diferencia, que hay matices? ¿Cómo hacer ver lo que no se quiere ver, o, cómo hacer entender lo que no se quiere entender? ¿Cómo hacerlo manteniendo nuestra integridad? ¿Cómo hacerlo sin perder nuestro eje, o lo que es peor nuestros cabales?
La intención no es cambiar las reglas, resoluciones, acordadas, o el orden establecido. La intención es que noten los matices, las sutilezas las diferencias, el “casi”. Apelar a su racionalidad, razonabilidad y sentido común.
Racionalidad, razonabilidad, sentido común y amabilidad de la que fueron privados, despojados e inhibidos de utilizar cuando ingresaron en la función pública. El ser burócrata todo lo cambia, ellos todo lo pueden, todo menos entender, razonar, escuchar e interpretar.
Es la tercera vez que voy a la AFIP para hacer un trámite simple, fácil, rápido, indoloro. Esto es en teoría, la realidad es otra, mucho más cruel. Y muy diferente de la que se ve a través de los fríos ojos de un burócrata.
El motivo que obstaculiza el comienzo y consecuente finalización de mi trámite es: un numerito. Numerito este que ha mutado, y no conseguimos encontrarlo dos veces escrito de la misma manera. En una a veces consta solo solito, y otras esta acompañadito. ¿Cuál es el verdadero? Los dos… y eso es lo que no entienden. Las cosas pueden verse de maneras diferentes, algo puede ser de una u otra manera. Pero para ellos eso es imposible, tiene que ser de una u otra manera, jamás de ambas.
Para que la Sra. AFIP constate que yo vivo donde digo que vivo, tengo que llevar dos servicios a mi nombre que lo acrediten. Al menos eso es lo que ellos creen, y la fe mueve montañas. En fin, entonces llevé la factura de celular y la de cable. En la primera dice la dirección y PB 4, en la segunda además de la dirección dice 4.
El problema existencial que se le plantea a esta gente es: si realmente vivo en PB 4 o si vivo en el 4 piso. No hubo manera de hacerles entender que vivo en un PH con 4 departamentos. A ellos eso no les basta, quieren precisiones, datos incontestables, sólidos, fidedignos.
A ellos nadie les va a meter gato por liebre ni PB 4, por piso 4. Por mas que intente denodadamente y hasta casi perder la paciencia explicarles, graficarles, narrarles, probarles con mi DNI que vivía en un PH 4 y no en un piso 4. Todo fue inútil, no hubo manera, no entendieron los casi, ni los grises.
Tendré que volver mañana, con una constancia que no constata, pero que dice lo mismo que ellos quieren que diga, La duda que se me plantea es: que hago poner en la constancia que no constata, para que ellos constaten.
¿Qué constatará mejor lo que no se constató? ¿Qué conste PB 4 o que sólo conste 4? No lo sé, mi constatación ha constatado que estoy confundida, ¿será contagioso?
Besooo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Llegando al final

Resulta difícil de creer como transcurre el tiempo en nuestras vidas. Lo tomamos como algo natural, sólo es algo que debe ser así, pasa entre nosotros. Lo hace en puntitas de pie y muy silencioso para no molestarnos, para no incomodarnos, para que no nos distraigamos con su presencia.
Casi llegamos al punto de llegada, esa meta que nos parece tan lejana, y ahora esta ahí. Podemos verla, y casi podemos tocarla. Nuestro tiempo de estar juntos está llegando a su fin. Las señales son inequívocas, certeras, inconfundibles.
El final se anuncia con largos suspiros agónicos, que dan paso a una inexorable despedida. Esa despedida que nos queda y nos debemos Esa despedida que hiere, molesta e incomoda. No hay punto de retorno, ni retorno. No hay vuelta atrás, por que el atrás queda allí, atrás.
En el tiempo que estuvimos juntos hubo de todo. Buenos y malos momentos, que a veces devinieron en buenos, o al menos en no tan malos como me parecieron en un principio. Me dejaste crecer, madurar, me diste más de lo que me negaste. No te voy a recordar como un hito en mi vida, ni tampoco como un promedio. Fuiste algo más, y eso suma.
Pero todo tiene un principio y un fin, y esta no es la excepción… Parece mentira, faltan tan sólo 14 días para que termine el 2011. Si hay algo que nos hayamos propuesto para este año y aún no lo hemos hecho, manos a la obra. Tenemos que hacerlo apuraditos, apuraditos porque tan sólo quedan casi dos semanitas.
El tiempo corre, no nos podemos hacer los distraídos y dejarlo para el mes que viene, o para dentro de tres semanas. Porque esos plazos implicarían dejarlo para el año que viene. Entonces ya no serían metas para este año, sino para el próximo. Todo lo que ocurra después del 31 será patrimonio del 2012.
Además de ser este un año nuevo en nuestras vidas, con todo lo que ello implica. Plagado de nuevos proyectos a realizar, o de proyectos que nos sobraron del año anterior, porque no nos dieron los tiempos. También fue designado por algunos estudiosos, como el año de “la fin del mundo”. Algo total, absoluto y definitivo, no para algunos, sino para todos. Esto, claro, según las interpretaciones hechas sobre el legado de los mayas.
En mi opinión, que no es para nada científica, la interpretación debe tomarse con pinzas. Porque es interpretación, y por ende puede haber cierto grado de subjetividad que a veces es sutil y otras… otras no.
En realidad no sé si creer no o no en esta especie de predicción apocalíptica. No le veo mucha base científica, es como un manojo de algo forzado que quieren hacer encajar, donde no encaja muy naturalmente, a como de lugar. Aunque, cuando veo un sol radiante, un cielo limpio, cerúleo, del que cae una lluvia torrencial, como estos últimos días, todas las dudas vienen hacia mí.
Besooo.
Que tengan un muy buen fin de semana :-D

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Una idea de miércoles?

Ayer fue martes 13, y, como dice el refrán: “En martes 13 no te cases, ni te embarques ni de tu casa te apartes”. Yo quebranté una de las premisas, un error: de mi casa me aparté. Ese recuerdo vino a mí, justo en ese momento en el que llovía torrencialmente con un sol que me encandilaba.
Me debo haber visto de lo más ridícula, con los lentes de sol puestos, debajo de esa lluvia torrencial, pero así de caprichosa es mi fotofobia. Eso sí, cuando estaba a una cuadra de mi casa, la lluvia paró, y el sol continuó tan radiante como siempre.
A veces mi cabeza hace extrañas asociaciones, y funciona de maneras misteriosas, un pensamiento trajo al otro… y no sé como, terminé pensando en la idea. No “la idea”, ni mi idea, sino que mi idea fue pensar en la idea. No en ninguna idea en particular, sino en las ideas en general.
Entonces se me ocurrió que una idea es el elemento primigenio, el punto de partida, el primer eslabón. El combustible que pone a funcionar la maquinaria, el disparador que pone al mundo a funcionar.
Hay ideas de todo tipo, tienen diferente magnitud, envergadura y solidez. Están las ideas buenas, las geniales, las realizables, las irrealizables, las malas, las peores. Seguramente existen muchos tipos de ideas más, quizás tantos como personas haya.
En ocasiones cambiamos de idea sobre la propia idea. Lo que en un principio nos pareció una idea genial, posteriormente nos parece una soberana tontería, una locura. Aunque a veces esto se da a la inversa.
Lo que a veces parece ser un buen vino en un primer momento, suele convertirse en vinagre al minuto siguiente. Lo mismo pasa con las ideas. Lo bueno es que con ellas, a pesar de convertirse en vinagre, pueden seguir siendo buenas ideas.
Las ideas pueden cambiar, mutar, agrandarse, expandirse, achicarse, perder una parte y ganar otra. Intercambiarse, pulirse, perfeccionarse, tener más o menos brillo. Eso es lo bueno que tienen las ideas, no son algo que permanece inmutable dentro de nosotros.
Si nos apropiamos de una idea ajena, no la demos como propia, en la medida de lo posible, reconozcamos el derecho de autor. Hay ideas que son inspiradoras, y generan en nosotros otras ideas, que a su vez dan lugar a otras ideas, que se convierten en más ideas que pueblan este mundo, y esas ideas… bueno, creo que ya entendieron la idea ¿No?
Es bueno tener ideas, las que sean, y lo mejor es tener idea que se tiene idea. Porque sino se la tiene, la idea deja de ser idea. En fin, espero que escribir este post tratando de plasmar las distintas ideas, “no haya sido una idea de miércoles”.
Besooo.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Ella juró por El

Como en un cuento de hadas, sin brujas malas y con final feliz, y quizás lejos, muy lejos de lo que alguna vez imaginó. Ella recorrió las calles sin él y vitoreada por el pueblo. Estaba feliz, radiante, luciendo un exclusivo vestido negro, señal de su luto. Esta vez, no era copia del de Letizia. No es una afirmación, es pregunta.
Exudando glamour, bajó inmaculada, impecable, exultante de su auto azul noche. Notaba al igual que todos la ansiedad de su compañero, al menos, su compañero durante los próximos cuatro años. Una de las muestras de ansiedad de su Amado se puso de manifiesto en su apariencia: parecía haber dormido con su traje puesto, o bien, haberse despertado tarde olvidándose de plancharlo (y te juro, ma, que yo no se lo planché). Entiendo, es un traje liviano, de verano, pero como dice mi mamá: “No cuesta nada darle una planchadita”. Y ahí, entre otras cosas, faltó plancha.
Juntos entraron al recinto, juraron, como es de rigor, por Dios, la Patria y por Él en sus nuevos cargos de Presidente y Vicepresidente. En realidad la que juró por él fue ella, él no juró por él, pero si hubiese podido hubiese jurado por él, él, no por el de ella. Tuvimos esa foto, que todos presagiábamos desde que ella dejó de hacerse los rulos para dar el sí.
Ellos regirán nuestros destinos los próximos cuatro años, ellos estarán a cargo de este país. Tal como lo decidió la mayoría de manera aplastante y contundente el 23 de octubre. Ahora sólo nos queda acompañar, ahora sólo nos queda pedir que les vaya bien. Por que si le va bien al país, nos va bien a todos.
Es hora de que este país empiece a despegar. Es hora de que a este país se le dejen de poner parches, endebles y mal pegados, y comience a crecer de verdad. Sin dibujos ni falsos índices. Es hora de que se creen nuevos puestos de trabajo, y se deje de dar subsidios. Es hora de que este país deje de tener clientes y pase a tener votantes, con voto independiente. Y no votantes que sólo votan para seguir teniendo un subsidio.
Ojala la despedida de Cobos haya sido el último acto de intolerancia de este gobierno y sus seguidores. Sentí vergüenza, propia y ajena de cómo se trató en ese recinto, por el que pasaron tantos prohombres que hicieron grande a nuestro País, a un vicepresidente de la Nación.
La Presidente resultó electa por voluntad del 53% del padrón electoral. Cuenta además, con mayoría absoluta en ambas cámaras. La oportunidad es inmejorable. Ella tiene en sus manos la posibilidad de escribir una página importante en nuestra historia. Espero que elija para escribirla, una estilográfica de lujo, esas que hacen una letra impecable, clara y legible. Y no una birome de mala calidad, de esas que parecieran tener un clavo en la punta, y solo permiten hacer garabatos ilegibles. ¿No?
Besooo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Sólo a veces...

A veces mis pensamientos me abstraen, me distraen. Me aíslan del mundo que me rodea, me conducen a otros mundos no sé si cercanos o distantes. Me colocan en una burbuja impenetrable, a la que sólo ellos pueden acceder.
Provocan mi interés y me hacen caer en sus redes, haciendo que no existan más ratones, y convirtiendo las calabazas en carrozas. Un viejo truco que siempre me hace caer, y perderme en ellos pero no busco la salida por que no lo sé, no tengo conciencia. Ellos ocupan mi interés, es todo lo que veo, lo que me rodea, tienen mi control y lo hacen suyo.
Pero otras no logran abstraerme aunque lo intentan denodadamente, me provocan, me tientan. Pretenden invadirme y no los dejo, entonces cambian la táctica, me invitan amablemente, invitación que naturalmente yo declino. Es en esos momentos en los que les demuestro que no siempre caigo en su viejo y trillado truco.
El alejar mis pensamientos hace que me conecte con mi derredor, y justamente al conectarme con mi derredor ví lo que ví. En realidad, en uno de los casos ver no vi nada, porque fuí encandilada, pero percibí e imaginé, y eso es mucho peor que haber visto lo que no ví pero imaginé.
Entiendo perfectamente: no deben entender nada. Así que paso con mi relato a despejarles su incógnita, y a sacarlos de las ascuas en las que los he sumido. Ayer por la noche salimos a caminar con mi consorte. Estábamos esperando para cruzar la calle, estabamos parados en esas rampas que hay en las esquinas. De repente dos personas que iban en una moto nos interrumpieron.
- Permiso, permiso.
Yo los miré sin comprender, revisé rápidamente todas mis locas elucubraciones. Y ni por error constaba en ninguna de ellas por que una moto que estaba parada en la calle podía pedirnos permiso a nosotros que estábamos parados en la vereda. En una rampa para discapacitados esperando a cruzar la calle. La verdad no entendía, como no nos corríamos subieron la rueda a la rampa. No nos quedó otra opción que corrernos porque esta gente estaba empeñada en pasar a como diera lugar.
Así que asombrada, sorprendida y turbada como estaba me corrí. Los señores en cuestión tenían que usar la rampa para subir a la vereda y estacionar en ella, obviamente. ¿Para qué es la vereda, sino para que las motos circulen y estacionen libremente? Es lo lógico ¿no?.
El segundo episodio encandilístíco fue también protagonizado por una moto, pero en este caso de delivery. Este abnegado repartidor, subió a la vereda con su moto y su enorme luz encendida. La luz no era de él, es más creo que distaba mucho de ser un iluminado, la luz era de la moto.
Pasó por al ladito mío, cerquita, cerquita, pegadito, pegadito, casi pude escucharlo respirar. Exhalar no, por que iba bastante rápido. Lo afirmo y confirmo por que lo sentí y percibí, por que estaba encandilada. En el caso del repartidor con iluminación artificial, hay dos cosas por lo menos que no entiendo de su accionar, ¿por qué por la vereda, y por qué con la luz prendida?
¿Será esto también misterio de fe, como decía la Hermana Victoria? No lo sé. Lo ignoro y desconozco. Lo que si sé es que desde este, mi pequeño bastión de causas perdidas y quejas estériles seguiré bregando por: ”veredas sanas y libres de ciclistas, motoqueros, y engendros rodantes”.
Besooo.
Y que tengan un muy buen fin de semana :-D

jueves, 1 de diciembre de 2011

Juro que hay un conjuro

Cuando era chica, mi amiga Sandra Sosa me develó la existencia de una regla de oro para determinar si una sorpresa era buena o mala. Debía conocerse con certeza, de manera indubitable, a que grupo pertenecía la sorpresa en cuestión, a fin de echar mano al conjuro que eliminaría de raíz todo rastro de sorpresa mala.
La citada regla era de una seriedad incuestionable, además de infalible. Las señales eran claras, de lo más simples, y se anticipaban al suceso en cuestión. Esto tenía una profunda base científica basada en la observación y las experiencias recabadas del Universo que nos rodeaba, lo que le garantizaba su fiabilidad.
Y si eso no era suficiente, había referencias, sólidas e irrefutables, que servían de basamento. Generalmente se aludía a experiencias que había tenido a una chica que era prima de una amiga de otra que iba a 4 grado, la chica de referencia, había ignorado a conciencia a la regla determinadota de sorpresas y le fue mal en una prueba. Otro chico, que vivía en el mismo barrio que la abuela de una vecina, que ya no vivía más en nuestro barrio, no utilizó el conjuro para contrarrestar la mala sorpresa y repitió el grado.
Lo reconozco, las referencias eran un poco vagas, pero en ese momento de nuestras vidas, para nosotras, eran fuentes confiables y fidedignas.
Hechas las aclaraciones pertinentes, paso a develarles la regla de oro, que otrora me develó Sandra Sosa, para determinar a que grupo pertenecía la sorpresa. Es muy simple: “Si te late el ojo izquierdo la sorpresa será mala, y si te late el derecho la sorpresa será buena”. Así es de sencilla y de arbitraria al mismo tiempo. El conjuro para contrarrestar el latido del ojo izquierdo consiste en tocarte inmediatamente el ojo, sacarte la sorpresa mala, ponerla en la palma de tu mano, y soplar. La reversión es inmediata.
Así de simple, y así de complejo. Por que si te pasaba como en mi caso que confundía, y a veces confundo, bueno, siempre, la izquierda con la derecha. Estabas en verdaderos problemas, porque en lugar de hacer volar la sorpresa mala, hacías volar la buena.
Por suerte la regla del conjuro, contenía su excepción, que era: “Si vos creías que el ojo derecho era el izquierdo igual valía como sorpresa mala”. Entonces en lugar de un cataclismo irreparable la vida te recompensaba con algo bueno. Se ve que el yerro entre izquierda y derecha era bastante común entre el piberío.
Igual a mi las sorpresas a largo plazo mucho no me gustaban, por que siempre fuí, soy y seré ansiosa. No podía, puedo ni podré esperar a que se produzcan. Lo que más me gusta son las sorpresas que son sorpresa. Las instantáneas, espontáneas, las que son sorprendentes, esas que te hacen caer la mandíbula.
Y en lo posible que esas sorpresas que te hacen caer la mandíbula sean buenas, buenísimas o mejores. Y si no… echamos mano al conjuro, que para eso está ¿no?
Besooo.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Por favor, no me lo digas...

Hay cosas que ignoro, que desconozco por ignorancia, desinformación, pereza de informarme o por mero desinterés. Pero hay cosas que elijo ignorar, son cosas en las que pongo especial cuidado de no enterarme ni interiorizarme, en no saber demasiado.
En estos casos lo poco es mucho o muchísimo. Comienza por pequeños cabos que se atan, esos cabos se convierten en hilos, esos hilos forman una trama y esa trama contiene información. Justamente esa información que queríamos seguir ignorando, esa información que nada ganamos con tener. Al contrario, a veces perdemos, y mucho.
La ignorancia selectiva a veces es beneficiosa. No solamente para echar mano de ella cuando se nos pregunta algo que no queremos responder, sino también para preservar la sanidad física y mental, propia y ajena. ¿De qué nos sirve saber de que está hecha la morcilla? Es rica y punto, no necesito saber nada más. Tampoco me interesa saber que tienen dentro los chinchulines o quien apaga la luz de la heladera o como está hecho esto o lo otro.
Porque aniquilar la magia, ese halo de misterio que encierra el contenido intrínseco de las cosas. ¿Por qué despejar esa incógnita que no me desvela, ni preocupa? Mi ignorancia sobre ciertos tópicos no va a hacer que el mundo se detenga, ni que el universo pierda el tan ansiado equilibrio. Mi ignorancia selectiva es tal vez, un ladrillo más en la pared.
Esta vana reflexión no es algo aislado, no es un pensamiento trasnochado como me decía Eloisa, mi profesora de historia. No, esta reflexión viene a cuento de lo que dijo “él”, nuestro portento pictórico, el secretario más famoso. El que no es blanco ni negro, sí, ese mismo, Moreno.
El sostiene sin hacer una mueca, ni una sonrisa, ni tan siquiera una risita nerviosa, en definitiva, sin que se le mueva un músculo, y sin ponerse colorado, que la canasta navideña sólo aumentó un 7 % desde el año pasado. Con $ 100 se va a poder hacer una buena cena navideña para cuatro personas.
Este anuncio hecho por el titular del INDEC, me lleva inevitablemente a una pregunta insoslayable. Entonces, ¿por qué no consumimos artículos de la canasta navideña todo el año? Esto tiene sólo ventajas, además de conservar el espíritu navideño todo el año, comeríamos mucho más barato, ¿o me equivoco?
Les doy algunos ejemplos que sirven de base a mi propuesta de “Canasta navideña todo el año”. La botella de sidra cuesta $ 3. De ahora en más no tomemos más soda, ni agua mineral, ni siquiera agua de la canilla, sale mucho más económica la sidra, ni pensarlo. El asado de novillito el lo consigue a $ 20. Olvídense de las milanesas de soja, de las de pollo, las de carne, de la carne picada, etc. y demás como diría la Hna. Victoria. De ahora en más consumamos el novillito de Moreno.
A mi se me ocurre algo brillante, no sé como lo tomarán ustedes ni que les parecerá. Vieron que siempre nos preguntamos ¿dónde comprará este hombre que consigue estos precios? Bueno, no nos lo preguntemos más, se me ocurrió una solución. Nos ponemos todos de acuerdo, le hacemos un pedido, que nos diga cuanto es. Le damos la plata, que él lo compre y nos lo traiga.
Que no nos diga donde lo compra ni consigue esos precios, prefiero ignorarlo, no me interesa, no es lo importante. Lo importante es que hay cosas que no deben saberse, y mucho menos escucharse…
Besooo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Aromas Ausentes

Sé que están, puedo ver lo que les dá origen, pero no los siento. Son como tímidos fantasmas: percibo que están ahí, pero no se hacen presentes. Algo no los deja llegar a mi, se interpone, los obstruye, los ahuyenta caprichosamente.
Eso me rebela, me exaspera y desespera. Lo intento una y otra vez, respiro, aspiro y nada. Otra vez su ausencia. Esa ausencia que me angustia y me entristece. Esa ausencia que me aísla y se distingue de otras presencias menos amables y deseadas.
Conozco la causa y el porque, pero no los acepto. La vida o el destino descargan sobre mi gran parte de su carga, de irónico humor negro. Quizás este siendo castigada por pecados cometidos en vidas pasadas, en la vida presente y en vidas futuras. Aunque tal vez sólo sea una devolución de favores de su parte.
Tal vez estoy recibiendo de más algo que debía dárseme de menos, tal vez esta sea su manera de poner cada cosa en su lugar, de mantener el perfecto equilibrio de las cosas. Tal vez esta sea la forma, no lo sé. Engriparme en noviembre… me parece un exceso.
Cuando por fin MetroGAS me devolvió el gas perdido, después de haber estado 400 días sin él. Experiencia que fue lo más parecido a estar en el infierno, pero en versión congelada. Me dije y le dije: “Vida nada te debo y nada me debes, ahora estamos en paz”.
Pero parece que ella no pensó lo mismo, no estuvo de acuerdo con mi saldo. La amortización no alcanzó, había que hacer un reajuste, la cuenta no estaba del todo saldada. Y no tardó en hacérmelo saber y en pasarme su factura. Y no es precisamente monotributista la vida, no, ella es una gran contribuyente.
La variable de ajuste que utilizó para empatar las cuentas fue esta maravillosa gripe a fines de noviembre, para hacerme sentir una ridícula cada vez que toso, cada vez que estornudo. Y no tuvo mejor idea que cobrarse en este momento, en el que tilos, jacarandás, jazmines y jazmincitos, están reventando de flores que estallan en aromas, y yo sin poder usar mi nariz para nada. Luchando con ella, y tratando de convencerla para al menos deje entrar un poco de aire.
La verdad, es que esta vez la vida o destino con su incomparable ironía se pasó por lo menos 10 km de la raya. Mu feo, como diría mi abuela Paca.
Besoo0.
Que tengan un muy buen fin de semana, y aprovechen ustedes que pueden los aromas que regala la primavera :-D

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Usurpadores de su noche

El sábado fuimos con mi consorte a Parque Chacabuco. Yo estaba feliz, llenando mis pulmones con el perfume de los tilos salpicado con el perfumito del Jacarandá. Era esa hora en la que el sol se retira hacia otro hemisferio y da paso a la nochecita perfumada.
Allí me encontraba perdida en mis pensamientos, estimulada por los perfumes que tan generosamente nos regala la primavera. De repente, fui traída a la realidad cruelmente sin ningún miramiento, por un desalmado pensamiento, que trajo consigo un espantoso recuerdo.
Inmediatamente un frío recorrió mi columna vertebral, el cielo se oscureció, una nube negra se posó sobre mi cabeza, y sentí como la tierra misma se abría bajo mis pies, dando paso a un abismo sin fondo. Miré a Dany con espanto y le dije: “Tenemos que ir al súper”.
“¿Un sábado a la noche?”, me dijo él. Y sí, no había más remedio, era perentorio, urgente, extremo. Debíamos hacerlo sí o si, las posibilidades eran esas. Las opciones estaban agotadas al igual que algunas de nuestras provisiones.
Detesto ir de compras en general e ir al súper en particular. Me pone de un pésimo humor cualquier día de la semana, y ni hablar de lo que produce en mi ánimo un sábado por la noche. Ese día y a esa hora es el acabóse, una mezcla de pandemónium y aquelarre.
En ese día,a esa hora, se dan cita ciertos compradores a los que me atrevería a calificar de domingueros, nosotros nos sentíamos como unos usurpadores. Los domingueros, son gente que contrariamente a lo que establece su calificación, sólo va al súper los sábados por la noche. Según un estudio por mi realizado, encuadran en este grupo varios subgrupos bien diferenciados y compuestos por: solos y solas casaderos, hombres divorciados (sin hijos o con hijos mayores), y chicas y/o chicos buscando vituallas para hacer la previa.
Los subgrupos pueden identificarse naturalmente, por el contenido de su changuito. Dime que llevas en tu chango y te diré a que subgrupo de los domingueros supermercadístico perteneces. A las solas y solos casaderos, compran únicamente productos Light, cremas y cosméticos en general. Ellos están “en campaña” deben cuidarse al extremo. El contenido de de los changos también puede ser útil para identificar a un compañero de grupo, y de ser de su agrado trabar amistad o tirarle directamente los perros. Todo depende de cuales sean sus hábitos de conquista.
Respecto de los recién divorciados, separados o en un impasse, su identificación es de lo más sencilla, casi cae de maduro quien es quien. Ellos son lo que llevan todo lo que no sea ni nutritivo ni saludable. Todo aquello que tenga demasiada azúcar, o demasiada sal o mucha, muchísima grasa. También llevan para apagar tanto fuego, alguna que otra bebida alcohólica, y varias gaseosas, ninguna Light, por supuesto. Lo de ellos es “darse un gustito ahora que están solos”, aunque más que un gustito es un suicidio en estado puro.
Las chicas y chicos de la previa son por demás obvios, llevan bebidas alcohólicas varias, muchas, muchas. También suele verse en estos changuitos un paquete de salchichas naturalmente chico, en su defecto, un paquetito de papitas, nunca ambos.
Cuando finalmente llegamos a la caja, teníamos delante una señorita perteneciente al subgrupo “sola casadera”. Daba toda la impresión, que la dama en cuestión, había caído rendida ante los encantos del cajero. Por lo que trato de llamar su atención, prolongando allí su estadía lo máximo posible.
Nada le importaba a la señorita en cuestión más que lograr su cometido. No se dió por aludida ni se dió por enterada de los bufidos y protestas de los clientes que estábamos detrás. Ella se dió su tiempo, tardó, y tardó todo lo que pudo. Es más, creo que hasta hizo un corazón en origami con el ticket que le dió el cajero. Y digo creo por que no lo ví con mis propios ojos. De lo que estoy segura, es que tuvo de sobra el tiempo para hacerlo.
Besooo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un milagro pedagógico

No sé muy bien como sucedió. Tal vez se debió a que hace dos fines de semana tuvimos, en el colegio donde cursé mi secundario, la reunión anual de ex alumnos. Mi mente trajo recuerdos que no sabia que tenía. Como siempre, una cosa trajo a la otra, y la otra, al tema de hoy.
Cuando estaba en el secundario, en general me llevaba materias. Muchas. Mi mamá siempre estaba en la búsqueda de alguien que, tal vez mediante algún conjuro, arte de magia o vaya a saber como, pudiera introducir ciertos conocimientos en mí duro marote.
A decir verdad, nunca fui buena alumna. Era distraída, dispersa. En realidad, donde dice “era” debería decir “soy”. En aquellos días, y aun hoy, lo que me interesa me interesa, y lo que no, no existe, no lo registro. Mi cerebro lo ignora, no lo tiene en cuenta, lo repele, lo expulsa de su sustema como algo dañino. Lo peor es que yo no tengo injerencia en su decisión. Es algo ajeno a mi, no puedo evitarlo. Así ha sido siempre, es algo inmutable, un hecho inexorable de la vida, o por lo menos de la mía.
En una de esas quiméricas búsquedas desesperadas emprendidas por mi pobre progenitora, en las que pretendía encontrar a esa o ese docente magistral que obrara el milagro, fue que encontramos a Patricia, la nieta de una vecina. Según su abuela ella era un portento, una docente modelo, tenia muchísimos alumnos, y daba infinidad de materias.
Yo necesitaba con urgencia que alguien con muy buena voluntad y mucha, muchísima paciencia me explicara algunos puntos del programa de matemática, y algunos otros tantos del de contabilidad. La situación era urgente, desesperada, requería de medidas drásticas. Tenía que sacar una buena nota para no llevármelas. Aunque siendo realista, necesitaba nota para, al menos, llevármela dignamente a diciembre.
No había tiempo que perder, esa misma tarde fuimos a la casa de Patricia, averiguamos como era el sistema. El tiempo apremiaba, tenía que absorber, procesar y acomodar todo el conocimiento que pudiera en mi duro marulo. Así que sin más tramite, me quedé a tomar la clase. Ella creía que con dos horas sería suficiente para ponerme a tono. Una soñadora…
Lo que nuestra amable y diligente vecina, la señora de Cusati, omitió decir, fue que su nieta daba infinidad de materias, pero las daba todas juntas, al mismo tiempo. Así es, como lo están leyendo, no los engañan sus ojos. Patricia, una eficiente docente, diplomada en todo y titulada en nada. Mientras su mamá miraba la novela a todo volumen en el living, ella daba clases en la poco espaciosa cocina de su casa, a una innumerable cantidad de alumnos por turno.
Las materias impartidas eran: matemática, contabilidad, lengua y literatura, inglés, apoyo escolar de primaria, música. Se me escapa si daba alguna otra materia más. Tal vez, danza moderna y contemporánea. No lo sé con certeza, mis recuerdos de ese día son difusos, la confusión fue mucha.
Obviamente, de las dos horas que estuve allí, la preclara docente, no me dedicó ni cinco minutos. Como diría mi Tía Elsa: "Fue debut y despedida". La experiencia con Patricia no fue de las mejores, menos mal que su abuela tuvo el buen tino de no preguntar como me había ido. Por que yo no le hubiera mentido.
Es así, los arribistas, destitulados y osados, abundan en esta vida. Nos rodean, nos esperan a cada paso, agazapados, pacientes, esperando su momento adecuado. Para intentar repararlo todo, nuestra vida, electrodomésticos e intelecto. Con un conocimiento deficiente, un libro despanzurrado que les quedó del secundario, un destornillador plano, un philips y dos palitos de brochette.
Besooo.

martes, 15 de noviembre de 2011

Intercambio Negativo

 El no poder materializar un intercambio, el tratar de obtener un resultadosatisfactorio, o, al menos, un resultado. El intento unilateral por intercambiar información que se hace infructuoso. El consiguiente fracaso, por la reinante impermeabilidad al paso de información, que es necesaria, vital, fundamental para lograr el cometido.
Y la conjunción de esos factores trae aparejada una frustración inconmensurable, que duele y conduele. Lo que hace que inevitablemente, se produzca un dialogo en idiomas diferentes. Una suerte de torre de Babel, irrealizable por falta de entendimiento.
Chocar una y otra vez con el mismo o distintos obstáculos, que se agigantan, varían, cambian de forma, de densidad, de textura, de grosor hasta hacerse imposibles de traspasar. Hablamos, decimos, las palabras salen de nuestra boca, pero por alguna razón no llegan. Algo en medio bloquea, entorpece, obstruye, impide.
No llega lo que debería llegar, ni se recibe lo que debería recibirse. Todo queda trunco, incompleto, no se ha producido la magia, ni se ha obrado el milagro. El mensaje ha llegado corrupto y la respuesta es inválida. ¿Será eso?
Muchas veces me lo he preguntado, pero no lo sé. El punto es: ¿por qué cuando se hace una pregunta, clara, concisa, puntual, focalizada, se responde cualquier otra cosa menos lo que se preguntó?. La respuesta puede ser basta, pero alguna de las razones que a mi se me ocurren son estas: tal vez sea porque no se estaba atento, tal vea porque no se entendió la pregunta, o la entonación, tal vez porque se desconoce la respuesta, o tal vez porque se desconoce que decir o como decirlo.
De ser alguna de estas posibilidades ¿por qué no decirlo? ¿Por qué querer armar un castillo de naipes sobre un suelo de arena? ¿Por qué decir algo que lleva a terrenos poco firmes, en los que un movimiento en falso termina por sepultarnos? ¿Por qué dar una respuesta sospechosa que confirma nuestras suposiciones y despeja casi en su totalidad las dudas?
¿Por qué la errónea selección del error? ¿Por qué no optar, entonces,  por el sano, inocuo y valiente silencio, asumiendo los riesgos. Haciendo evidente que no se quiere dar esa respuesta por la que alguien espera y desespera.
El corolario sería: por más que vuelques todas las palabras del diccionario, no hay peor entendedor, que el que no te quiere entender.
Besooo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Lo que deba ser...¿será?

Como siempre digo, son más las cosas que ignoro que las que sé. Son más las cosas que no entiendo que las que entiendo. Puedo dar no uno sino infinitos ejemplos que sirven de basamento a mis afirmaciones.
Ayer a la regla de tres simple compuesta, a las divisiones por dos cifras, a cuando una palabra es esdrújula, grave o aguda, se sumó otra incógnita. Una que tal vez sea aun más difícil de develar que los enigmas que me siguen y persiguen desde mi infancia.
Hoy es 11 del 11 del 11, o lo que es lo mismo, es el día once del mes once, del año once. A las 11 de la mañana, algo va a pasar en el cerro Uritorco. No tengo muy claro que es lo que va a pasar específicamente, hay varias teorías al respecto. Tal vez la falta de claridad en la explicación, hizo aparecer a mi aburrimiento que distrajo a mi atención y no presté la debida atención.
En rigor de verdad, mi distracción se hizo presente cuando se mencionó que este hecho no iba a volver a producirse hasta dentro de 100 años. La imposibilidad de que en esta centuria se produzca otro 11/11/11, me dió que pensar, y pensé. Una cosa disparó a la otra, y sin saber como, termine navegando en medio de un mar de dudas e incertidumbre.
No quiero excusarme, pero esa reflexión sobre la centuria, y el milenio, hizo que perdiera la poco clara explicación que venía en medio. Es decir el contenido intrínseco, el porqué, el hecho medular de la reunión en el Cerro Uritorco. Eso se me escapó un poco. En realidad bastante.
Lo que saco en limpio de toda esta accidentada explicación es : hay teorías que dicen que ese día, al igual que en la película, se produce la venida del anticristo. Otras dicen que se debe a un anuncio que tiene que ver con el fin de una era, y que en ese momento se va a producir un cambio de energía.
Tal vez se anuncie el fin del mundo, o al menos el fin del mundo conocido por nosotros. En esta época individualísticamente tecnológica, hipercomunicadamente autista. En la que el fin del mundo se anuncia por lo menos 3 ó 4 veces al año, entre errores de cálculo, confusiones de mes, quizás esta sea la definitiva, o la vencida. En esto, nunca se sabe. Ojala se sigan equivocando, ¿no?
Igualmente esperemos que no sea nada, al menos por esta vez… después iremos viendo.
Besooo.
Que tengan un muy buen fin de semana. Y no se olviden que el Sábado es la noche de los Museos. :-D

jueves, 10 de noviembre de 2011

Netamente Terrenales

Suenan y resuenan orgullosos, impertinentes. No respetan ni conocen horarios, carecen del sentido de la oportunidad. Son impredecibles, por unos instantes se apoderan de nosotros haciendo que nuestro corazón se paralice. Nos asustan, nos alivian, nos sobresaltan y nos advierten.

En ocasiones, sus ecos estentóreos persisten por algunos segundos en nuestros oídos, encariñados. Permanecen inmutables hasta que se van como vinieron. Sorpresivamente y sin aviso previo. Hasta que sólo queda de ellos un disonante recuerdo.

Como siempre, desconozco el porqué. En general los temas que trato son especialmente seleccionados por mi atención, que capta a mi interés al igual que una serpiente, embelesándolo, inmovilizándolo hasta adueñarse completamente de él. Esta vez mi atención fue llamada, atraída, captada, por algo que quizás sea pasajero y estacional. Al menos eso es lo que espero, anhelo y deseo con todos mis tímpanos. Con nosotros, ”los portazos”.

Son meramente terrenales, con las puertas del cielo esto no pasa, al menos eso es lo que creo. Según un estudio por mi realizaado, la variedad de portazos es infinita, todos son muy diferentes. Tampoco tienen la misma intensidad, ni mensaje. Esta clasificación solo contiene unos pocos tipos, tal vez para mi los más significativos. 

Están los que podemos encuadrar como desinhibidos, estos se muestran al mundo tal como son, abiertos, provocativos. Otros son más tímidos y reprimidos, no alcanzan a dar su mensaje a viva voz, se quedan a medio camino dando una semblanza parcial. Muestran la parcialidad de lo que son y no la totalidad de lo que deberían ser.

Están los portazos aliviadores, esos que dás para calmar tu ira, para dar paz a tu alma, para mantener esa sanidad mental, y el equilibrio. Ese “paf” o “pum” disonante, que se dispara como un tiro al aire desde el alma. Ese sonido que aturde a los oídos y aclara el ser. Los accidentales, que se producen por esos soplidos traviesos de vientos de otoño o primavera, molestos con las puertas por interponerse en su camino.

Los que dan la alegre bienvenida a sus moradores, e informan a sus vecinos, a través de un estridente y secreto mensaje en idioma portazo, que dice: “Llegué, estoy sano y salvo, en la tranquilidad de mi hogar”. Y como contrapartida están los de la partida, esos que te despiden con una sonrisa que deviene en lagrimas portacísticas. Que te dicen “Cuídate y volvé pronto”.

Están los portazos nocturnos, que se potencian en el silencio y se hacen enormes, tétricos, terribles. Son esos que te sobresaltan arrancándote violentamente de tu sueño placentero y te mantienen en vilo. También están los problemas de cerradura y consecuentes portazos de mi vecina de al lado. Están también los amables, los amigables, esos que te devuelven la presencia del ser amado.

En fin, cada persona es un mundo y su portazo, no es la excepción.

Besooo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Como en un laberinto

Van y vienen sin un rumbo fijo. Andan y desandan un camino que ellos conocen, traman. Lo trazan a su gusto, según su conveniencia y siguiendo sus impulsos. Ante el ojo no entrenado pueden parecer desorientados o erráticos, pero ellos saben muy bien adónde van y por dónde.

Todo comienza con una vuelta, luego otra, es así como se produce una cadena interminable. Una sucesión ininterrumpida que vuelve a comenzar una y otra vez. Prolija y sistemáticamente. Esa es la consigna, así funcionan. Recorren varias veces el mismo punto, lo pasan y repasan, van, vienen.

Su acaracolado recorrido es como una norma pétrea, un hecho inexorable de la vida, una condición inmodificable. Son así, nada ni nadie va a cambiarlos, está en su naturaleza, grabado a fuego en su ADN.

Está integrado por personas de lo más diversas. No se los reconoce fácilmente, hay que estar atentos a sus señales. Conforman una sociedad que no es secreta. Están orgullosos de ser, de pertenecer, de formar parte, de ser un integrante integral de ese laberinto. Ellos son los vuelteros.

Esos seres adorables que parecen estar a punto de salir pero no. De repente se acuerdan que se olvidaron algo, que tenían que acordarse de no olvidarse de llevar. Entonces vuelven sobre sus pasos, buscan lo que tenían que buscar. De repente algo llama su atención, hacen una asociación libre, y surge aquel recuerdo de algo que tenían que hacer y no hicieron, y que los lleva a dar por lo menos dos o tres vueltas más.

Al final de las vueltas que dieron gracias a la asociación libre que los hizo recordar, recuerdan por que volvieron, entonces vuelven sobre sus pasos ya vueltos y revueltos. Buscan el objeto en cuestión y generador de las primeras cinco vueltas de manera infructuosa, entonces vuelven al punto de partida y nada, entonces presurosos retornan al punto de llegada y tampoco, finalmente lo encuentran en ese punto intermedio, ese punto por el que pasaron varias veces y no lo vieron, seguramente porque el susodicho objeto se escondió para hacerles pasar un mal rato.

Pero en el ínterín suena el teléfono, lo atienden, caminan, van, vienen, se distraen y se abstraen. Cuando por fin tienen el, en realidad. los objetos por los que volvieron. Y vos te alegrás porque creés. cándida y erróneamente, que esa era la última vuelta, la definitiva. Cuando por fin creías ver la salida del laberinto, te das cuenta que estás en un error. Porque es en ese preciso momento en el que ellos recuerdan que: o no tomaron la pastilla, o tienen que tomar agua, o no fueron al baño, o se olvidaron de llevar un abrigo, o de dejar un abrigo, o no encuentran las llaves, o …

Besooo.

martes, 1 de noviembre de 2011

Comunicadores Compulsivos

Ellos caminan entre nosotros por la vida. Nos acompañan por esos caminos intrincados y también por los sencillos. Son como son, se imponen y se exponen, así como así. Sin inhibiciones, al natural, siendo ellos, sin filtro, sin tapujos.

Le cuentan al mundo lo que el mundo no les preguntó. Lo que el mundo prefiere seguir ignorando. Aquello de lo que el mundo no quiere ni enterarse. A ellos eso no les interesa, son los mensajeros de este nuevo milenio. Su cometido es regalar y alagar los oídos de sus congéneres con su maravillosa e inigualable verba.

Van pregonando por esas calles lo que sus mentes les envían para que su boca lo distribuya por este silente planeta. Su verborragia estentórea todo difunde, ellos no guardan ni atesoran nada para sí. Es así como nos hacen partícipes de sus amores, odios, pasiones, y de los amores, odios y pasiones de otros que llegan a sus oídos.

Manejan y derraman todo tipo de información. No importa que sea cierta, presunta, irreal o inventada. Ellos son sus receptores, su canal aliviador, sus distribuidores con licencia. Lo suyo es un apostolado y lo respetan cueste lo que cueste, a rajatabla y sin apartarse un ápice del camino que les fuera fijado.

Será que ahora que tengo gas mi atención esta más enfocada en este mundo. Y por eso noto comportamientos que antes no notaba o a los que no les prestaba atención. O será que, últimamente, está proliferando una nueva generación de gente que habla literalmente a los gritos. No lo sé, aunque me gustaría saberlo.

No soy una persona que se asombre fácilmente del volumen vocístico de la gente. Yo no hablo precisamente en susurros, muy por el contrario. Pero esta gente utiliza unos tonos asombrosos. Por más que los quieras ignorar, enfocarte en algo, y no escucharlos, es imposible. Su tono trasciende cualquier pensamiento, auricular de mp3, escape de colectivos, bocinas, niños riéndose, sonido ambiente, ruido de tránsito en general.

A veces van durante cuadras, y cuadras detrás de vos, siguiéndote, persiguiéndote sin perderte pisada. Taladrándote los tímpanos con su perorata vacía, vana, poco interesante. Cuando estás al borde de perder tu sanidad mental, de colapsar, hacés lo imposible por apurarte, por perderlos de tu órbita auditiva, por ganarles.

Pero todo es inútil. Parecen el robot de Exterminador, se arman, se recomponen, retoman nuevos bríos, y siguen siguiéndote. Pareciera que intentantan exterminarte con su soporífera blableta.

Besooo.

viernes, 28 de octubre de 2011

Un blanco móvil

Nos tiene a su merced, nos maneja, nos esclaviza. Nos tiene pendientes y dependientes. Nos hace esperar y desesperar. Nos produce sensaciones ambiguas, extrañas, opuestas. En segundos nos hace recorrer un abanico de estados de ánimo, inquietud, alegría, tristeza, enojo, risa, llanto. Así como así, sin hacer ningún esfuerzo, él todo lo puede, o casi todo.

Produce sentimientos encontrados, arranca pasiones. Tiene a la humanidad casi dividida en dos posiciones muy claras, irreductibles. No hay variantes ni variables. Se lo ama o se lo odia, te convertís en su defensor o en su detractor. Él no sabe de medias tintas, ni las tolera. Es sí o no, blanco o negro, en su mundo no hay lugar para grises.

Sin él estas perdido, aislado, sos un ser anónimo casi en penumbras. Con él no tenes privacidad, siempre te gritan piedra libre. Sos un blanco fácil, ése que se encuentra sólo con marcar un número, tu número. Todo comienza y a veces todo termina con esa pequeña e inocente palabrita “Hola”.

Nuestro teléfono móvil es un invento maravilloso, a veces. Otras puede llegar a ser una molestia insufrible, indeseable y todas las palabras con “in” que se nos vengan a la cabeza.

Los sentimientos que nos provoca a veces son contradictorios, inherentes a nuestra condición humana. Pensamos que es malo que suene, pero a la vez sentimos que es malo si no suena. ¿Quién nos entiende? No me miren a mi, yo no, sólo escribo estrictamente lo que las musas me dictan.

Lo inquietante, al menos en mi caso, se produce cuando llamo, suena y no responden. Eso me altera, me pone frenética, me enoja, me preocupa, me intranquiliza y me aliena. Todo se intensifica con la "sensación de inseguridad" reinante. Es en esos momentos cuando mis pensamientos se dividen y se encolumnan en dos partes bien diferentes.

Mi parte optimista trata de tranquilizarme presentando sus argumentos, que son basicamente dos: "no lo escuchan sonar", "no hay señal". Acto seguido, mi parte pesimista hace su entrada, con sus argumentos que son más, muchos más, y de más peso. Es allí cuando ambas partes comienzan una lucha, su lucha por ganar y prevalecer. Pero como siempre cada combate tiene un solo ganador.

Generalmente mi parte pesimista y sus cuantiosos argumentos de peso, terminan aniquilando a mi débilmente fundamentada parte optimista. Debo reconocerlo, cuando mi imaginación se pone a funcionar en “modo trágico andaluz” no hay cantaor flamenco, saeta y mucho menos tango que le gane.

Besooo.

Que tengan un muy buen fin de semana :-D

jueves, 27 de octubre de 2011

Y vos ¿sos o te haces?

A veces me gusta observar conductas, ver lo que hacen los demás, como lo hacen. A veces ves cosas divertidas, o que te sorprenden, otras ves cosas que no querés ver. Son ese tipo de cosas que te hubiera gustado vivir toda tu vida sin verlas, sin siquiera imaginar que existieran.

Es en esas circunstancias cuando surge la pregunta. Esa pregunta antigua, la que se ha hecho la humanidad desde que el mundo es mundo. Esa pregunta tan simple, tan elemental. pero que tiene un fuerte contenido trascendental. Esa pregunta que parece liviana, casi hecha a la ligera, pero que, si te pones a pensar con toda la atención que requiere, caés en la cuenta que es tan profunda como un pozo sin fondo. La pregunta a la que me estoy refiriendo, y que ha inspirado tantas teorías y debates es: “¿Es o se hace?”

Por que si se es, se es, hay que conformarse, tratar de que se note lo menos posible, y apañarse, no hay más remedio. El problema es hacerte, eso es lo triste, lo trágico. Lo fatal es que de eso no se vuelve, por el contrario, es un camino de ida que cada vez se hace más estrecho hasta desaparecer por completo.

El ser es excusable, porque es responsabilidad de la naturaleza, fuiste su falla, su error. Por el contrario. en el hacerse no hay disculpas posibles. Vos lo quisiste así, fue tu deseo, es tu obra, vos su orgulloso autor y por ello serás recordado. Tampoco encierra nada bueno, se cataloga entre tus atributos negativos, molestos, incómodos, indeseables, poco atractivos.

El hacerse no es fácil, aunque si inútil. Es como tener una fingida contracara, un falso lado B por el que se quiere ser tristemente célebre. Es no mostrarse como se es en realidad, sino un mostrarse como no se es. Desconocemos las causas por las que se elige "hacerse", tal vez, este sea un secreto celosamente guardado, conocido únicamente por el que se hace y Dios que todo lo sabe.

Lo importante es la definición, tu definición. Tener muy en claro que existen dos lados, diametralmente opuestos, diferentes. La cara y contratara, tu posición en la vida está determinada por la respuesta a esa pregunta. El saber de que lado estás, tomar postura, decir aquí estoy y esto soy, es muy diferente a decir aquí estoy y esto no es lo que soy, es lo que "me hago."

Por si les quedó alguna duda y para que no les quede ninguna otra, lo aclaro, me defino y me posiciono ante ustedes. Yo soy, no me hago. Y siguiendo los consejos de mi abuela Máxima, que siempre decía “No hay que serlo sino también parecerlo”, yo soy lo que parezco y parezco lo que soy.

Me disculpo por anticipado por desilusionarlos con semejante confirmación, pero es lo que hay…

Besooo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Vos y yo por siempre

No siempre se puede hacer lo que se quiere. A veces, otras voluntades conspiran contra la tuya, haciendo imposible tu objetivo, obstaculizando tu meta. A veces esto es intencional, otras veces falta la intención, solo se hace porque si, porque prima la ignorancia, el desconocimiento o ambos.

Es en esos momentos en los que te sentís atado, encadenado, preso, inmovilizado por esas voluntades extrañas y hostiles. Es en esos momentos en los que sentís que tenés al Universo en su totalidad conspirando contra vos, un punto microscópico, perdido en su magnificencia. Es en esos momentos en los que sentís que la vida te da ese golpe maestro, ese que te hace caer, ese que te hace perder por knock out.

Es en esos momentos en los que no te queda otra salida que levantarte o pedir ayuda para que te levanten. Y una vez en pie seguir batallando hasta conseguir lo que te propusiste, o para recuperar lo que perdiste. Lo único que debe importarte en esos casos es alcanzar ese objetivo que parece tan lejano, inalcanzable. Con tesón, determinación y voluntad las distancias se acortan, y las metas se alcanzan.

Después de 400 días con sus tardes y sus noches. Después de tres inspecciones rebotadas por Inspectores de Metrogas, a Hugo nuestro ex gasista inútil e inhábil, el hijo pródigo ha vuelto. Hemos recuperamos el gas perdido. Gracias a Ricardo nuestro dedicado, hábil y eficiente gasista. Vital servicio que nos fue arrebatado cruelmente y sin piedad una fría noche de invierno, por MetroGAS , que vino, vió y clausuró. Gracias a la pésima ocurrencia de Margarita, una vecina con mucho tiempo libre y poca imaginación. Nota: la pérdida provenía de la casa de esta flor de vecina, como consecuencia de sus conexiones clandestinas. Claro, eso lo supimos después. Mientras tanto, las consecuencias las sufrimos todos y ya que nos quedaba de paso todos pagamos el pato, que en este caso puntual sólo le hubiera correspondido a ella.

Atrás quedaron los fríos de este invierno, mis manos y pies congelados que pasaban del rojo bermellón al blanco níveo. Las rabietas, las idas y vueltas, los avances y retrocesos, los desastres de Hugo que después de 4 meses de trabajo no pudo lograr la rehabilitación. El anafe eléctrico con sus patadas incluídas y sus dos posiciones, crudo o quemado. El calefón eléctrico y las duchas de agua tibia en pleno invierno.

Parece increíble que él esté nuevamente con nosotros, abrir la canilla o la ducha y que el agua salga caliente. Tocar la cocina y que no te dé corriente, que los tiempos de cocción se hayan reducido. Que la comida no salga o medio hacer o carbonizada. Que el agua hierva en pocos minutos. Me maravilla, me deja atónita. Tal como me dijo mi amiga Sonia, ahora entendés lo que sintió el hombre primitivo al descubrir el fuego. Sí, ahora lo entiendo y lo siento cada vez que uso y redescubro el gas.

Tengo que dar las gracias a todos los que me soportaron en estos interminables 400 días, me dieron su aliento, pusieron su oreja, su hombro y su corazón para conformarme, o para que me descargara. Gracias a los que leyeron, y a los que comentaron todos y cada uno de los post, que no fueron pocos, en los que relataba mis desventuras gaseosas.

Finalmente el momento llegó, ese gaseoso y maravilloso combustible corre libre por nuestros caños. Espero que de ahora en más permanezcamos juntos, unidos, siguiendo un mismo camino y hacia el mismo rumbo por siempre jamás. O al menos hasta que uno de los dos no esté en este mundo.

Moraleja: si alguna vez sentís olor a gas, el fósforo es la opción menos cruenta. CHICOS NO HAGAN ESTO EN SUS CASAS.

BESOOO.

lunes, 24 de octubre de 2011

Reelecta con su Amado

al Esta vez era diferente. No había emoción, ni adrenalina, todos conocíamos ese lánguido y chato final con visos de secreto. Que había comenzado con un susurro, extendiéndose velozmente hasta llegar fuerte y claro a nuestros oídos. Uno de los dos pronósticos que se habían dado para ese día no se cumplió, la lluvia no se hizo presente. El sol apareció tímidamente de a ratos en ese día de primavera.

Por cuarta vez en este año, concurrí a Narnia a ejercer mi derecho como ciudadana, expresar mi opinión y elegir los representantes que van a gobernar a través de mi mandato los próximos cuatro años. Una vez allí, en la poca comodidad, y no mayor privacidad de esa especie de placard tríptico, sin puertas, color gris espantoso, emití trabajosamente mi sufragio. No ganador, por supuesto.

Volviendo a nuestro iluminado cuarto oscuro, el tríptico y mágico Narnia. Sería bueno, deseable, y/o recomendable, que si a partir de ahora, vamos a emitir nuestro sufragio de esa manera, por lo menos contrataran a un carpintero habilidoso, para que haga un estantecito que nos sirva de mesa. Si su colocación se hiciera muy gravosa, se podría buscar algun sponsor. Son varios segundos de publicidad y vista por mucha gente, ojo que la idea no es para nada mala. Eso sí, que la publicidad no sea del estado, ni política, para no romper la veda.

Ese apéndice estantístico, además de la difusión de algún producto o servicio, tendría infinitas utilidades, y nos haría el acto eleccionario a más cómodo, más alegre y hasta más llevadero. En él podríamos doblar cómodamente la boleta, y no hacer como hacemos ahora, una obra de origami abstracto, para que entre de alguna manera en el sobre. También sería una pieza fundamental, para el caso que quisiéramos cortar boleta. Teniendo ese invalorable punto de apoyo, nos quedaría de lo más prolijita, y no excluiríamos ni mutilaríamos a ningún candidato.

Respecto del resultado, lo sabíamos, ella iba a ser la ganadora. Eso era por todos conocido. Fue como ir a ver una película conociendo su final. Lo sabíamos desde el principio, o al menos, lo sospechábamos desde que alguien dijo que ella debería “ser eterna”. Aunque después se desdijo y nos pidió que no nos hiciéramos los rulos. Así que se despostuló sin postularse. Mientras los vices caían a sus pies, ella jugaba con su pelo, y parpadeaba con sus largas pestañas sin inmutarse. Y los tuvo en vilo hasta el final, por que dio su sí rutundo casi en el límite.

En fin, el pueblo se ha expresado en las urnas de manera indubitable, y en paz. Mis felicitaciones a los ganadores y a la oposición “buuuu”. Crezcan, maduren, escuchen, aparezcan de una vez.

De ahora en adelante, estemos o no de acuerdo con el resultado, nuestro deber como ciudadanos es acompañar, apoyar a este gobierno en esta nueva gestión. Lo que tenemos que tener muy en claro es que si a ellos les va mal, nos va mal, o peor a todos los Argentinos.

Eso no quita, que hagamos ciertas críticas que creamos constructivas, somos cautos y voluntariosos, queremos que país le vaya bien. Pero… hay límites

Besooo.

viernes, 21 de octubre de 2011

¿Como decir lo que tengo que decirte?

¿Cómo responder esa pregunta que nunca debió haber sido formulada? ¿Cómo decir todo sin decir nada? ¿Cómo dar una respuesta que no dañe, ni ofenda? ¿Cómo desviar el eje, como derivar y virar, y que eso no parezca planeado, sino hecho naturalmente? ¿Cómo simular y disimular cuando no se puede, cuando los sentimientos brotan, manan, pugnan por ver la luz y por decir lo que no debe decirse?

Entonces, ¿cómo ocultar lo inocultable sin que eso se ponga de manifiesto, sin que nadie lo note, sin levantar sospechas ni llamar la atención? A veces la solución esta a nuestro alcance, y la alcanzamos a través de evasivas, de tangentes. De frases que se van por las ramas y no terminan en ningún lado, solo comienzan en un neutro total y derivan en la nada más extrema.

En estas ocasiones sólo se clama por un una salida elegante, disimulada. Hasta ahora a nadie se le ha ocurrido escribir un manual de estilo, o hacer una página o tan sólo un pasquín que contenga información sobre como comportarse en estos casos, a que recurrir, a que echar mano cuando no hay salida posible.

¿Qué se hace cuando todo se cierra a nuestro derredor y quedamos encerrados por un cuestionamiento? Sólo el y nosotros, y hay una única salida, cuya llave es una respuesta que no queremos, no podemos o no debemos dar. Son esas situaciones límite que se producen constantemente en nuestra vida de relación. Esas que nos ponen como protagonistas de algo en lo que no quisiéramos ser ni siquiera elenco. Esas que nos ponen contra la pared y no nos dejan mover.

¿Cómo decirle a alguien la verdad sin mentir y mucho menos herir? ¿Qué decirle a esa amiga, o familiar, cuando te pregunta “¿te gusta?”? ¿Cómo decirle que para mí eso que le hicieron no es un corte de pelo, sino algo que encuadraría en la tipificación de lesiones graves? No como gravísimas, por que en algún momento el pelo crece.

¿Cómo decirle que esos reflejos, más que como reflejos le quedaron como franjas de una bandera, que me remiten a la camiseta de Peñarol? ¿Cómo decirle que a ella ese color de pelo le queda como una patada en los dientes? ¿Cómo decirle que ese color de rouge le queda fatal? ¿Que los colores oscuros no deben usarse cuando tenés labios finitos, porque te los borra por completo, y quedan como si fuera la sonrisa de Smiley?

Y ni que hablar cuando te invitan a comer e hicieron alguna comida que es incomible, porque le sobra sal, aceite o porque no tiene nada. O hacen una tarta de caballa con mucho esmero y además con todas y cada una de sus vértebras. Incomible.

En esos casos es mejor poner cara de poker. Echar mano a esa cara neutra, protocolar, de me encanta la acelga con limón aunque quede áspera. Y sin inmutarse decir cosas como “excepcional, bárbaro, fantástico, extraordinario”. Porque en realidad es todo eso junto y más…



Lo importante es la entonación. El tono en lo posible debe ser positivo. Tenés que ensayarlo, cuidado con esto, porque a veces no sale al primer intento. Lo fundamental es que la voz no te tiemble por el impacto o la impresión. Si lográs disimular eso, estás del otro lado.



Vos contestaste y la otra persona quedó contenta. Aunque en mi opinión, en ciertos casos esas preguntas sólo son retóricas. En el fondo y no tanto, a nadie le importa lo que le digan en realidad, la audición se torna selectiva, sólo se escucha lo que se quiere oír. Pero, ante la duda, yo mejor no pregunto, sólo espero y analizo reacciones…



Besooo.



Que tengan un muy buen fin de semana. El domingo voten en paz y con alegría. Porque después de todo, sea quien fuera el ganador, estamos ejerciendo un derecho ciudadano que mucho costó conseguir.

jueves, 20 de octubre de 2011

El principio del fin...

Las horas se suceden unas a las otras, al igual que los meses y los días. Nuestras vidas transcurren en medio de estas sucesiones, para nosotros habituales y naturales. No tenemos conciencia de ello, son hechos de la vida, y donde nuestras vidas se desarrollan. Es algo cierto, rutinario, que no ha cambiado nunca.
Tenemos la certeza que el día dura 24 horas, que tiene un principio y un fin. El ciclo comienza una y otra vez. Así ha sido siempre. Decimos “hasta mañana”, o “lo dejo para mañana” sin siquiera pensarlo, lo hacemos en forma automática, maquinal. Aunque tal vez no todos los que empezamos el día lo terminemos, o tal vez no para todos haya un mañana. Porque ese día que esta transcurriendo es el último de su vida.

Pero ¿que pasaría si no hubiera un mañana? Y no digo para unos pocos. Mi planteo abarca a la humanidad toda, ¿qué pasaría si no hubiera un mañana para nadie? ¿Qué pasaría si hoy no fuera el primero sino el último día de tu vida?¿Qué pasaría si no hubiera un mañana para dejar lo que no puedas hacer hoy? Alguna vez te topaste cara a cara con esa pregunta, esa cruel hipótesis que marca la posibilidad cierta de tu finitud.

Si no lo pensaste, pensalo. Y hacelo rápido, porque tenés solo unas pocas horas para pensar lo que harías y hacer lo que pensaste, o al menos intentarlo. Por que mañana no va a haber mundo. No habrá más espacios cedidos a los partidos políticos, ni publicidades políticas. Bueno, mal ejemplo, eso igual terminaría gracias a que empieza la tan ansiada veda. El fin del mundo traería aparejado el fin de muchas cosas. No habrá más sábados, ni domingos, ni elecciones. No vas a trabajar nunca más en tu vida, ni a cobrar más un sueldo, ni a pagar una sola cuenta más. No se sucederán las estaciones del año, el mundo finalizará en primavera. Tampoco voy a recuperar el gas que perdí hace 13 meses… aunque ya, ¿para qué?

Al menos eso es lo que sostiene el Pastor Harold Camping de 89 años. No que no voy a recuperar el gas, sino que el viernes 21 de octubre el mundo llega a su fin. Así como así, the game is over, la pantalla hace un fade out a negro y aparece escrita con letras doradas la palabra The End.

Desde que tengo uso de razón he escuchado varias veces vaticinios anunciando el final inexorable de nuestro maltratado planeta. Y sin embargo aquí seguimos. Pero Camping, sostiene desde hace cinco años, con toda la seguridad del mundo, del mundo a punto de extinguirse, esta predicción.

Lástima que nos venimos a enterar justo ahora, casi en la víspera. Para él, el principio del fin del planeta Tierra, comenzó a desencadenarse con un terremoto el 21 de mayo pasado. También predice la salvación de algunas personas, personas estas que, coincidentemente son sus adeptos.

Como sea, no tengo la certeza que no habrá un mañana, ni tampoco que lo habrá. Por eso me voy despidiendo rapidito, por que tengo millones de cosas que hacer. Como decía mi abuela, mejor prevenir que curar. Que tengan un buen fin y mejor principio…

Besoooo y ¿hasta mañana?

miércoles, 19 de octubre de 2011

Bajo un halo de misterio

Preguntas asaltan mi mente, pero las respuestas están en rebeldía, no llegan a mí. Por más que las busque, no las imagino. Ni siquiera tengo una sombra de presunción, ni un atisbo de sospecha. Sólo hay en su derredor un halo de misterio que genera, al ritmo que tendría una pujante industria, preguntas y más preguntas, incógnitas y enigmas. Sólo dudas e incertidumbre constituyen mi sólida certeza, mi base de partida, mi plataforma de investigación. Sólo eso es mi certeza, además de ese porque que taladra mi mente y no la deja descansar. Muy por el contrario, la inquieta, la hostiga, la provoca. No permite que se rinda hasta encontrar una solución, o una respuesta que colme sus altas expectativas. En algún punto todos nos hemos hecho la pregunta, esa pregunta. Conocemos sólo una parte y desconocemos la otra. Es como mirar con un solo ojo, no tenemos todo el panorama, falta algo importante, falta la profundidad. Aunque pensándolo bien, no todos desconocemos la totalidad, habrá quien o quienes la conocen íntegramente. Ellos sí saben, donde, cuando, como y porque. Si tan sólo nos lo dijeran, o al menos nos dieran una pista… Podríamos completar la escena, eso sería como ver con los dos ojos, como tener la totalidad del todo, como tener el final del libro. Como tener su destino escrito y ver como terminan, donde y porque. Lo cierto y definitivo es que desconocemos, quizás se tengan presunciones, pero no certezas, acerca de donde van a parar los mails o los SMS que no llegan. Y no me estoy refiriendo a esos mensajes “que no llegan”. Esos que nos juran y perjuran que jamás llegaron, mientras vemos crecer la nariz de nuestro interlocutor destinatario, cual Pinocho por la mentirita que nos esta diciendo. No, me refiero a esos que realmente no llegan, los que se pierden en el camino. Ese camino que desconocemos donde se encuentra, esa ruta secreta que sólo toman algunos mensajes aleatoriamente y sin saber muy bien porque. Esa tangente desconocida que toman los mails o SMS que se niegan a ser leídos por un destinatario, o que se niegan a comunicarnos, o se empeñan en mantenernos aislados. Tal vez al igual que los objetos perdidos ellos también tengan un paraíso de mails o SMS perdidos, o renegados, o felices rebeldes. Tal vez sea el destino el que interviene, el que los envía a personas que no tienen quien les escriba para alegrarles el día o darles en que pensar por un rato, ocupando su tiempo. Tal vez, la respuesta más real y menos mágica, sea que las compañías tienen ciertas falencias técnicas que hacen que se produzca una falla que nos saca del aire. Y a veces nos deja sin aire, desconectados, incomunicados, en ascuas. Y esperando una respuesta que nunca llegará porque nunca llegó la pregunta. Y aquí estoy, con una brecha tecnológica que se amplia y profundiza día a día. Confundiéndome y dejándome con más preguntas que respuestas, como siempre. Besooo.

lunes, 17 de octubre de 2011

Verguenza Morena... casi propia

Hoy estoy furiosa, preocupada, siento mucha vergüenza, por mi y por todos. Ese cúmulo de sentimientos hace eclosión en mí. Mi inspiración en confabulación con mi atención, susurran frases que me disparan pensamientos, sensaciones, e inquietudes, que toman vida propia. Y se hacen incontrolables. Porque quieren ser plasmados, conocidos, y tal vez compartidos. 

Otra vez él, el arquitecto de nuestros precios, el ilusionista que dibuja nuestra economía, nuestro Harry Potter vernáculo. El autor de varios excesos y el protagonista de cuantiosos escandalotes que nos ponen colorados. Porque esta bien, lo reconozco, una cosa es el INDEC y su manipulación. Y aunque el lo niegue y ella no quiera reconocerlo y tomarnos por tontos,  no se molesten mas, igual nos damos cuenta. Aunque ya casi nos estamos cansando de mencionarlo.

Eso es algo anecdótico, casi divertido. Todos lo sabemos, es parte del juego, de esa obra pictórica cuyo título es “estabilidad”. Ni la justicia, ni los sindicatos, nadie tomaría como ciertos los datos del INDEC. Que pasó de ser un organismo creíble y prestigioso a ser nuestro chiste nacional.

 Lo que sucedió el domingo con Guillermo Moreno es demasiado, rompió todos los límites Ante los ojos de un nutrido grupo de ciudadanos, nuestro Secretario de Comercio golpeo a un militante de otro partido. Solo por el hecho de pertenecer a otro partido, por pensar distinto. Eso provoco su intolerancia, y despertó su ira.

 Condenaríamos ese acto en cualquier ciudadano común, por su gravedad y  peligrosidad. Pero mucho más grave y peligroso, es, que tamaño acto de intolerancia, haya sido perpetrado por un Secretario de Estado, imperdonable.

 Lo que no tenemos que tolerar ni dejar que se tolere es la intolerancia. Del intercambio de ideas y el disenso surgen los grandes proyectos, eso es lo que hacen los países serios.

 De nada sirve que todos digamos que sí a todo, ni que seamos obligados a ello. Tampoco es bueno ni sano  que todos pensemos lo mismo. Porque en ese caso pasaríamos de ser ciudadanos que gobernamos a través de nuestros representantes a ser súbditos. Porque ese se es uno de los rasgos de lo gobiernos autoritarios: Algo que, claro, no pretende ser este…

 Ojalá este señor tenga la suficiente dignidad y hombría de bien como para hacer lo que corresponde. Ya que no hubo otras, esta es “la oportunidad” para demostrar su honestidad. Para hacer un examen de conciencia, analizar en profundidad su conducta intolerante, y presentar su  renuncia indeclinable. Pero, si ello no ocurre, ojalá que alguno de los integrantes del gobierno se la pida, o tenga la visión y valentía para echarlo.

 El domingo tenemos una oportunidad única, la oportunidad de hacer escuchar nuestra opinión, la oportunidad de elegir libremente a nuestros representantes, a quienes queremos que nos gobiernen. Recordemos esto al momento de emitir nuestro sufragio.

 Besooo

viernes, 14 de octubre de 2011

El efecto dominó

Las utilizan de manera histérica, frenética, con saña y brutalidad. Solo hieren, confunden, aturden, son de dudosa utilidad. Aun así se hace uso y abuso de ellas. Eso los potencia, los hace caer en una burda y forzada imitación de unos a otros, que los simbiótiza mimetizándolos. Y los hace entrar en un círculo vicioso que suma adeptos, adoradores y devotos indiscriminadamente.

La ansiedad y la impaciencia los carcome, y ellos se dejan carcomer. Nada hacen por apartarlas, en lo absoluto. Solo las llaman, las alimentan, las miman, y con ello suman otras ansiedades e impaciencias que estaban controladas y dormidas.

No toleran nada que no se adecue a sus parámetros, los ofende. Todo debe ser rápido, vertiginoso. No hay lugar para las esperas, las dilaciones, los titubeos. Eso es intolerado, castigado, reprobado. De manera estentórea, a voz en cuello, con gritos que estallan en la garganta y se integran con los ruidos urbanos. Pasando a ser un todo, perdiendo identidad, y deviniendo en nada.

Aunque, pensándolo bien, tal vez sean inocentes y puros de corazón. O sólo sean bien intencionados y crean en la magia. O conserven intacto el niño interior. Y quizás sea él quien les da esa ridícula idea de aporrear, tocar frenéticamente, quedarse con la mano pegada a la bocina. No entiendo cual es el objetivo, porque, que yo sepa hasta ahora nadie logró desintegrar al auto de adelante a bocinazos limpios. A lo mejor algún día… pero por ahora, no. Esto ya lo he dicho en otro post, pero, como decía la Rossi, es bueno fijar conceptos.

Ayer se produjo un hecho abrumador. Es común que se produzca, pero logró ofuscarme. No sé si fue porque me sacó de mi realidad, en la que estaba profundamente sumida, o porque me distrajo de seguir sintiendo el perfume de la primavera.

Resulta que iba caminando tranquilamente, sintiendo el olor a primavera de la nochecita. De repente, hace su entrada altisonante, el coro independiente de bocinotas, que me arranco de mi placentera actividad y me trajo cuelmente a la realidad. Está bien, lo reconozco, se había armado una galleta importante, como diría mi papá. El subte estaba doblando para entrar al garaje y ocupaba sino toda, casi toda la calle. A eso se sumaban los colectivos, curiosamente por esa calle pasan 4 líneas.

Y/o la casualidad desventurada en conjunción con el gran sentido del humor e ironía del destino, hizo que se dieran sita allí, en medio del matete vial musicalizado con bocinas, un representante de cada una de ellas. Así que había cuatro colectivos, más el subte, más autos por doquier. Además de gente, mucha gente, queriendo cruzar. Eso sí, sin bocina, pero con voz y opinión propia, dándosela a todo el que quisiera oírla y al que no también. Total, ya que estaban.

Los automovilistas se crispan un poco cuando ven tanto bollo, y pierden la paciencia. Pero recupérenla, piensen, rescaten su eje. También podrían probar con escribir 100 veces, o las que necesiten mientras esperan, esto siguiendo la línea de fijar conceptos: “la bocina no es un rayo láser desintegrador, sino un contamínante auditivo”. Y no hagan trampa, las comillas no valen…

Besooo.

Buen fin de semana, y FELIZ DIA A TODAS LAS MAMIS, y en especial a Elba mi mamá. Besooooooooo