Aunque superé hace ya mucho tiempo la edad de los porqués, nunca dejé de preguntar el porqué de todo. Y teniendo en cuenta que soy una persona un tanto ansiosa, curiosa, e inquieta, la respuesta debía, debe y deberá ser sobre todo rápida, convincente, y comprobable.
Tal vez esta afición indagatoria tenga su origen estigmático y rebelde a consecuencia de las lacónicas y poco estimulantes respuestas que nos daban en el colegio.
En esos días los educandos éramos solo seres a educar, no se tenían en cuenta cuestiones pedagógicas, psicológicas, psíquicas, psicosomáticas, psicoanalíticas. Es decir, no importaba nada que tuviera que ver con nuestro marulo intrínseco. Lo único que importaba del marulo era meterle información a como diera lugar, sin tener en cuenta el como y sin medir las consecuencias.
Por eso cuando hacíamos una pregunta fuera del contexto educativo, se nos decía lisa y llanamente No. Cuando preguntábamos ¿por qué no?, la ingeniosa, pedagógica, reiterada y meditada respuesta que recibíamos era porque no.
El porque no era la provocación que desataba a nuestros demonios, y éstos a nuestra ira cuestionatoria que encendía la mecha de un interminable diálogo de locos. Formulando de manera frenética una y otra vez la misma pregunta. Recibiendo una y otra vez la misma respuesta.
Igualmente, estoy convencida de que hay preguntas que no tienen respuesta. Ni siquiera podríamos responderlas con un no, porque no. Y no me estoy refiriendo a aquellas filosóficamente trascendentes como cual es el sentido de la vida, o el secreto de la felicidad. No, me refiero a otras, más simples y más misteriosas. Aquellas preguntas cotidianas que nos hacemos casi sin pensar, como por ejemplo: ¿por qué la gente siempre quiere pasar para el fondo en el colectivo si sabe que no hay lugar?. O ¿por qué hay gente que se empeña en utilizar la escalera mecánica subiendo o bajando escalones en lugar de dejarse llevar plácidamente?. O ¿por qué hay gente que se sienta en el colectivo en los asientos de dos del lado del pasillo, habiendo asientos individuales desocupados?. O ¿qué era lo que tenía que proteger Jack en la isla de Lost?. O ¿dónde se esconde el enanito que apaga la luz de la heladera?. O ¿cómo pelan las semillas de girasol?. O ¿cómo se rellenan los cubanitos?.
O ¿por qué siempre habrá más preguntas que respuestas?
Besooo.
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