viernes, 1 de julio de 2011

¿Más extraño que la ficción?

Ayer era uno de esos días, (de los que últimamente abundan) en los que el transporte estaba extraño, casi errático. Esos días en los que los colectivos no vienen por mucho, mucho tiempo, pero después vienen todos juntos, en formación cerrada.

Cuando los ves venir, parás al pelotón a la vez que cruzás los dedos y albergás la secreta y loca esperanza de conseguir un asiento para recuperar el calor en tus pies frizados.

Pero, esta es la realidad, así que, obviamente ¿cuál se detiene? Sí, claro, por supuesto, no podría ser de otra manera: el que viene más lleno. Así que terminás viajando a presión. Eso sí, con calor humano, mucho. Lo que en esta época del año, con estas temperaturas, no viene nada mal y recuperando la temperatura piecística a base de pisotones

Cuando emprendía el regreso a mi morada, ví como se iba un colectivo en mi propia cara. Fue por ventaja mínima, lo que me jugó en contra es que tenía viento de frente, si hubiera tenido viento de cola, ni en sueños me gana.

Razón por la cual tuve que esperar un buen rato en la parada. Cuando me refiero a buen rato quiero decir, largo, larguito. El tiempo trascurrido entre trasporte público y transporte público, y el helado viento polar, me dio ocasión de reflexionar sobre el “estado de las paredes”. Estado deplorable

Vi pintadas, pintaditas, las que podrían dividirse en: intrascendentes, ininteligibles, divertidas, ingeniosas, insultantes y políticas. Las dos ultimas divisiones no se relacionan entre sí, al menos no se relacionan necesariamente entre sí.

También tuve tiempo de ver los carteles, murales, leer la panfletería pegada en las columnas de alumbrado y enterarme de los servicios que allí se ofrecían.

Los carteles políticos merecen un capítulo aparte. Las pegatinas son inmundas, un cartel pegado sobre los jirones del otro. Me imagino lo feliz que están los que viven allí, luciendo toda esa mugre en las paredes de su casa. O aquellos que pagan su espacio publicitario y tienen sobre sí un mundo de ofertas, promesas y vamos bien aunque venimos peor. Tratando se soslayar el hecho que están pegados espantosamente torcidos (lo que pone muy nervioso a mi TOC).

Yo que los pegadores de carteles iría teniendo mucho cuidado y meditando muy bien los pasos a seguir. No sea cosa que por una de esas malas jugadas mágicas del destino, un día amanezcamos con la noticia que tenemos un nuevo candidato.

Si, una suerte de monstruo construido a base de los carteles pegados uno sobre otro, más el engrudo, más el agua, más el frio, más las cenizas y demás elementos que vuelan por el aire. Es algo plausible, puede pasar, porque no, cosas más extrañas nos han ocurrido.

El referido engendro candidateado, contaría también con todas las características, cualidades, dualidades, vicios, defectos y virtudes de los candidatos que conforman su estructura. Y lo que es peor su postulación seria perfectamente válida, porque estaría varias veces habilitado para participar de estas elecciones, y además sumaría los votos de todos los candidatos, por lo que conformaría en si mismo algo así como una megalista colectora. Aterrador ¿verdad?

Besooo.

Buen fin de semana.

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