jueves, 29 de septiembre de 2011

Ahora que ya no estas en mi vida

Corté las cadenas porque me hiciste cortar cadena. Doy gracias porque ya no seas parte de mi vida. Tantas veces imaginé este momento, lo pensé, lo atesoré. Pero nada se siente tan bien como la realidad misma, el hecho materializado y tu aliviadora ausencia.

Terminó ya el tiempo de tu reinado, de tu inhábil reinado, de tu permanencia estanca, de tus deseos de perpetuidad casi vitalicios. Tu negación de avanzar, tu necia idea de fracasar y permanecer en un círculo vicioso sin salida aparente llegó a su fin. Aires de cambio se aproximan. Ellos traen el avance y la renovación, ellos nos llevarán a un final seguro y feliz.
Atrás quedaron tus ineptitudes. Que por ahora hieren, pero que pronto serán un mal recuerdo, del que alguna vez tal vez nos reiremos. Por ahora solo celebramos esta coyuntura que renueva nuestras esperanzas y nuestra fe en el otro, en él.

Hiciste tres de tres, una marca perfecta, si esto fuera un certamen,  el público aplaudiría de pie y con lagrimas en los ojos. Mientras los jueces sostienen carteles en sus manos contenedores del puntaje perfecto. Pero  no lo es. Sí hay lágrimas. No son de emoción, sino de vergüenza ajena, indignación e impotencia.
El viernes tuvimos la tercer inspección de MetroGAS (hace un año que carecemos de ese servicio en el edificio gracias a una vecina con mucho tiempo libre y poca imaginación). Nada podía salir mal, bien lo dice el dicho, la tercera es la vencida. Así que esperábamos esta  inspección  con ansias, júbilo. Estábamos seguros que se nos devolvería el gas perdido y eso nos colocaría nuevamente en el siglo XXI.

Pero a veces los deseos o anhelos no se cristalizan, sino que se rompen en añicos y se  hacen más y más distantes de la realidad. Especialmente si Hugo (nuestro poco hábil gasista matriculado) interviene en su materialización.
Al igual que las otras dos inspecciones, la tercera fue rechazada igual que la primera, y la segunda. Lo sé, es increíble. si yo estuviera leyendo este post pensaría que es una muy retorcida ficción. Pero no, es la vida real. Lo cierto es que Hugo tuvo su tercer rebote consecutivo.

Creo que este inhábil sujeto tuvo un récord digno del Guiness, estableció una  marca. Una marca de dudoso orgullo, pero marca al fin. Ante esta terrible e inamovible coyuntura, tuvimos que tomar una decisión urgente y trascendental. Y fue  expulsar a Hugo  de este paraíso,  en rigor de verdad, de este edificio carente de gas desde hace un año. Cabe aclarar que buena parte de ese año se debió a su mal desempeño e impericia.
Por eso muy cálidamente le dimos las gracias por los servicios no prestados. Asegurándole que al menos, por lo que resta de este milenio NO íbamos a necesitar de sus servicios. Cumpliendo con el protocolo a seguir en estos casos, le dijimos amablemente que no nos llame, que nosotros nos  comunicaríamos con con él.

En conclusión todavía no tenemos gas, pero seguimos con nuestras esperanzas intactas, de alguna vez tenerlo…
Besooo.

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