viernes, 9 de septiembre de 2011

Tanto te espero que casi desespero

Te espero tanto que estoy desesperando. Cuento los días, las horas, los minutos y hasta los segundos. El aguardarte se hace eterno, tedioso, insoportable. La tristeza y el desánimo me embargan. Me gustaría abrir los ojos y verte ante ellos, sentir tu presencia, tu plenitud.
La impaciencia se apodera de mi ser, se hace impertinente, irrespetuosa. Se burla de tu ausencia y de mi desdicha. Ella no conoce de esperas, y menos de esperas que valen la pena. Y para reforzar su presencia que pone de manifiesto tu ausencia,  trae compulsivamente de la mano y a la rastra a mi ansiedad. Ellas se potencian, se retroalimentan. En su mundo todo es vertiginoso, enajenante.
Ellas no entienden de tiempos, ni del porque de tu ausencia. Claro, la ausencia es difícil de explicar, no se entiende fácilmente. Debe ser por que  genera sentimientos encontrados, sensaciones disímiles. Dos lados de una misma cuestión que en definitiva resultan opuestos y contradictorios.
Tu llegada es casi inminente, siento que casi estas aquí. O, al menos, es lo que quiero sentir y pensar hasta que estés aquí. Ojalá no te fueras nunca de mi lado. Lo sé, es solo un deseo formulado en voz alta, que casi se torna ruego.
No soy una persona numeralmente activa y mucho menos ducha con los números. Pero si de tu llegada se trata puedo llegar a serlo. Faltan exactamente 17.280, minutos 266 horas, o lo que es lo mismo 12 días. No sé si las cuentas estarán bien hechas, lo único cierto es que llegas en menos de dos semanas.
Atrás quedarán las bajas temperaturas, las olas polares, el ponerme ropa cual cebolla, mis manos y pies congelados. Asistirás  a tu cita como lo haces cada año desde tiempo inmemorial, cada 21 de septiembre. Para poner color, calor, sabores, perfumes y alegría a nuestras vidas.
Seguramente para ese entonces todavía no tendré gas, no estoy siendo pesimista ni haciendo futurología, es un hecho cierto solo imputable al inmutable Hugo. Y no me estoy refiriendo al que barrena en leche y surfea en jugo. Tampoco al “trabajador” con aspiraciones políticas investigado por Suiza. Sino a nuestro incompetente (falta de aptitud que por supuesto el ignora, tal vez ese sea el problema), gasista matriculado. Pero eso no a va a importarme, ni afectarme, ni siquiera rozarme, porque vas a estar nuevamente a mi lado.
A los que les gusta el invierno disfruten de estos últimos dos fines de semana y vayan diciéndole chaucito con las manos como palomitas, hasta el año que viene. Y ojalá se olvide de volver…
Besooo.
Que tengan un muy buen fin de semana :-D

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