martes, 15 de noviembre de 2011

Intercambio Negativo

 El no poder materializar un intercambio, el tratar de obtener un resultadosatisfactorio, o, al menos, un resultado. El intento unilateral por intercambiar información que se hace infructuoso. El consiguiente fracaso, por la reinante impermeabilidad al paso de información, que es necesaria, vital, fundamental para lograr el cometido.
Y la conjunción de esos factores trae aparejada una frustración inconmensurable, que duele y conduele. Lo que hace que inevitablemente, se produzca un dialogo en idiomas diferentes. Una suerte de torre de Babel, irrealizable por falta de entendimiento.
Chocar una y otra vez con el mismo o distintos obstáculos, que se agigantan, varían, cambian de forma, de densidad, de textura, de grosor hasta hacerse imposibles de traspasar. Hablamos, decimos, las palabras salen de nuestra boca, pero por alguna razón no llegan. Algo en medio bloquea, entorpece, obstruye, impide.
No llega lo que debería llegar, ni se recibe lo que debería recibirse. Todo queda trunco, incompleto, no se ha producido la magia, ni se ha obrado el milagro. El mensaje ha llegado corrupto y la respuesta es inválida. ¿Será eso?
Muchas veces me lo he preguntado, pero no lo sé. El punto es: ¿por qué cuando se hace una pregunta, clara, concisa, puntual, focalizada, se responde cualquier otra cosa menos lo que se preguntó?. La respuesta puede ser basta, pero alguna de las razones que a mi se me ocurren son estas: tal vez sea porque no se estaba atento, tal vea porque no se entendió la pregunta, o la entonación, tal vez porque se desconoce la respuesta, o tal vez porque se desconoce que decir o como decirlo.
De ser alguna de estas posibilidades ¿por qué no decirlo? ¿Por qué querer armar un castillo de naipes sobre un suelo de arena? ¿Por qué decir algo que lleva a terrenos poco firmes, en los que un movimiento en falso termina por sepultarnos? ¿Por qué dar una respuesta sospechosa que confirma nuestras suposiciones y despeja casi en su totalidad las dudas?
¿Por qué la errónea selección del error? ¿Por qué no optar, entonces,  por el sano, inocuo y valiente silencio, asumiendo los riesgos. Haciendo evidente que no se quiere dar esa respuesta por la que alguien espera y desespera.
El corolario sería: por más que vuelques todas las palabras del diccionario, no hay peor entendedor, que el que no te quiere entender.
Besooo.

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