miércoles, 15 de febrero de 2012

Un fracaso de miércoles…

“Persevera y triunfarás”, me decía siempre mi abuela Máxima. Tal vez la repetición de ese inocente dicho sea la culpable de ciertas aristas no del todo pulidas que forman mi carácter. Aristas que, obviamente y no tanto, he tratado de ir puliendo sin éxito a través de los años

Aunque, pensándolo bien, el dicho popular que me repetía mi abuela en nada tiene que ver con mi enorme costado, casi frente, porfiado y más que tozudo.

Más bien, esos son mi rasgos inherentes y característicos, cuya patente por el momento se encuentra en trámite. Por tanto, tengan a bien abstenerse de registrarlos.

Esos rasgos, aristas y/o costados incipientemente limados, son los que me convierten en una luchadora incansable de causas estériles y perdidas.

Hoy mi causa, espero que no perdida sino simplemente demorada, es la SUBE, mi SUBE. Ante todo quiero aclarar un temita por este medio, ya que perdí las esperanzas de encontrar al Sr. Schiavi en alguna cola, en virtud que renunció a su subsidio. Tampoco pienso que vaya a leer esto, pero… Como les dije, las causas perdidas son mi débil debilidad.

En mi caso al menos, no es como dice el spot oficial “que todos esperamos hasta ultimo momento para obtener la SUBE”. Tenemos la tarjeta Monedero. mi consorte la tiene desde el 2007 y yo desde hace más de dos años.

Nuestro retraso en la solicitud se debió a que, a ultimo momento, como hacen siempre, salieron con que no iban a servir más las tarjetas que teníamos.

Por eso, cuando se hizo el aviso, en forma extemporánea, comenzamos con mi consorte el largo y estéril periplo de intento de consecución, infructuosa por cierto, de la SUBE.

Hace dos semanas se produjo el Milagro, el milagro se produjo el miércoles 1, en el que anunciaron que la SUBE se podía sacar por Internet, un milagro de miércoles, sin duda.

El progreso llamaba a nuestras puertas. Atrás quedaban las colas interminables, la falta de plásticos y los antipáticos carteles anunciando falta de sistema o agotamiento de existencias. Me sentía feliz, por fin iba a tener mi SUBE.

Dos semanas después de ese hecho milagroso, en el que después de una congestión internetística pude por fin iniciar mi trámite, mi esperanza comienza a debilitarse, a tornarse inexistente. En estas dos semanas sólo hubo silencio.

Nunca recibí un mail confirmatorio, ni uno rechazatorio. No hubo ni siquiera un histeriqueo de parte del ministerio, mediante un mail que me confirmara para luego rechazarme.

Yo sigo igual, día tras día de miércoles. Sigo sin tener la tarjeta SUBE en mi bolsillo. Sigo esperando una respuesta que alimente mi esperanza, sigo tratando de procesar este fracaso de miércoles.

Besooo.

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