jueves, 12 de abril de 2012

Valores dinámicos

En este planeta se producen cambios vertiginosos, inexplicables. Todo cambia, el mundo y los valores se modifican drásticamente en fracción de segundos. En general esto nos toma por sorpresa, no siempre estamos preparados para esos u otros cambios. Los humanos no nos adaptamos rápidamente a un nuevo estado de cosas.

No es del todo sencillo comprender inmediatamente que es lo que pasó. En ocasiones quedamos sumidos en una inercia que nos impide reaccionar. Nos distraemos con banalidades, y con cuestiones que nada aportan.

Nos cuestionamos el como se produjo, el porque y el para que. “Porques” y “para ques” que no necesariamente deben existir. A veces los cambios se producen porque sí, de manera antojadiza, sin tener una razón. Sólo se producen, sólo son espontáneos. Ocurren y ya.

A esta altura de los acontecimientos los humanos deberíamos estar acostumbrados y hasta inmunizados de los cambios, vaivenes y mutaciones que se suceden. Pero no, por más que lo intentemos ello no ocurre, siempre nos sorprenden.

Somos animales de costumbres, en la práctica nada lo bastante sencillo de internalizar. Necesitamos un tiempo para la elaboración y maduración del cambio, tiempo que no siempre tenemos. Porque en ocasiones al segundo de producirse uno de estos fenómenos, se produce otro, y así sucesivamente.

Algo más o menos así es lo que está pasando con nuestros precios. Mutan, cambian, se multiplican y reproducen a la velocidad de la luz. No terminamos de acostumbrarnos a un precio cuando ya cambió varias veces, y no sólo eso, sino que también se multiplicó hasta hacerse millones. Bueno, casi.

Ayer estaba mirando los precios en la verdulería, están tan elevados que los productos que allí venden podrían cotizar en bolsa. Y ni hablar del precio de la yerba, materia prima de la otrora conocida como “bebida de los pobres”. Pobres que si quieren consumirla en la actualidad, deberán convertirse indefectiblemente y sin excepción en ricos para poder adquirirla. Si esto sigue así, vamos a tener que seguir los sabios consejos de Discepolo, y secar nuestra yerba al sol.

Tal vez si escuchamos otros tangos podremos aprender como hacer para recuperar vegetales, carne, pollo, pescado, pastas, pan, lácteos, etcétera y demás, como decía la Hermana Victoria.

Por el momento, y por no si no se han dado cuenta, todo está entre caro y carísimo. Como dice mi papá: “Nos sale más barato comprarnos un traje que algo para comer”.

Besooo.

ferro

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