viernes, 3 de febrero de 2012

Mi Kriptonita

Me sume, me consume, me atrapa y lo repelo. Me invade y lo evado, pero el sólo verlo me debilita. Su estrategia es simple: él sólo se presenta delante de mí. Eso me paraliza, me distrae y con ello neutraliza mi defensa a su ofensa.
Profundo, pasión, furioso bermellón, chillón, claro, oscuro, señal, sangre o punzó. Son distintos los tonos, variantes, componentes, escalas y valores. Aunque genera en mí una misma sensación, un mismo sentimiento, un mismo rechazo y disgusto.
Al igual que Superman, yo tengo algo que me estigmatiza, me saca fuerzas, consume mis energías como si mis pilas estuvieran en corto y me debilita. A diferencia de él, lo que produce este efecto en mí no es un mineral, y mucho menos verde. Es un croma y es el rojo.
No sé por que, pero es un color que detesto. Es un color que si es usado en mi derredor me debilita, me pone colorada, consume mis energías y me exaspera. Es un color que no elijo, que no me simpatiza ni me atrae. El rojo me da mala espina, para mí es de mal augurio.
Esto no es algo casual, sino causal. Varias cosas sirven de apoyatura a mi teoría de que el rojo no es una buena señal. Por ejemplo, en las películas, libros de cuentos que tienen personajes de madrastras malvadas, series, y novelas de bajo presupuesto, el villano siempre está vestido de negro. Pero ¿de qué color esta vestida la villana o bien tiene algún detalle que la distingue?.
Por supuesto, de rojo. Siempre de rojo. Y si no tiene algún detalle sobresaliente. como unas uñas interminables pintadas de rojo, o tiene su boca prolija e intensamente coloreada de rojo, o su pelo es de un rojo imposible, o lleva unos zapatos con un taco de veinte centímetros de con un rojo que te deja sin humor vítreo.
Hay que tener algo muy claro, y en esto hay que ser muy específico y preciso por que puede dar lugar a confusión. Un detalle no invalida al otro, a veces la mala en cuestión cuenta con varios detalles. Aunque, depende, claro está, del grado de maldad que se quiera significar.
La regla de oro es que siempre en estos casos hay algo rojo que anuncia a voz en cuello que esa va a ser la piedra del escándalo. La que no se trae nada bueno bajo el poncho, la que va a sembrar la discordia en la parejita y va a tratar de quedarse con el marido de la sufrida protagonista. El rojo es el color que unifica y embandera bajo sus filas a los non sanctus de las ficciones. Es así, va de suyo, todo el mundo lo sabe.
Tal vez esta cuasi cromatofobia sea todo obra y cuestión de mi marulo que no esta del todo en equilibrio, y hace imputaciones o asociaciones libres que nada tienen que ver con nada. Tal vez esta extraña aversión al color rojo que tanto me altera se deba a un hecho traumático ocurrido en mi niñez o adolescencia.
Quizás me traiga recuerdos de los múltiples porrazos que me dí, tratando de aprender a andar en mi bicicleta Aurorita, que casualmente era roja. O quizás se deba al hecho de haber tenido tanto y tanto feriado en matemática en mi boletín (léase aplazos).
Besooo.

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