Todos los humanos tenemos suerte. La podemos tener
en distintos grados o estamentos, buena, mala, pésima o peor. De lo que estoy
segura es que cuando nos fabricaron a todos nos la dieron. Claro, fue en suerte
lo que nos tocó a cada uno. La mucha, poca, buena o mala suerte recibida en
origen, es lo que marca nuestros caminos, lo que signa y sella nuestra vida.
Según el azar que nos lo dió, lo que se nos dió marcará nuestra fortuna o
infortunio.
La suerte opera en grupos y subgrupos bien
diferenciados, a los que no siempre se puede detectar a simple vista.
Está el grupo de los que nacen con estrellas. A
estos seres es a los que la suerte les sonríe, son aquellos a los que todo les
sale bien por que les sale, por que va de suyo, por que es así. Algunos ejemplos
de seres que integran este grupo son: aquellos a los que el viento no despeina.
O aquellos que cuando salen de su casa deja de llover. O bien se desata un
diluvio cuando llegan a ella. O aquellos que se sientan en el asiento del
colectivo en el que estuviste parada una hora, inmediatamente después que
decidiste correrte.
Está el grupo de los estrellados, seres que están
designados y encadenados a la mala suerte, Son los que la mala suerte sigue y
persigue. Son los que por más que se esfuercen no logran alcanzar el objetivo. A
este grupo la suerte no le sonríe sino que se le ríe en la cara con carcajadas
estentóreas. Algunos ejemplos de estos seres perseguidos por el infortunio son:
aquellos que corren para llegar a hacer un trámite y ven como el seguridad le
cierra la puerta en su propia cara. O aquellos que corren para alcanzar un
colectivo que está parado, y cuando casi llegan y están por subir, el semáforo
se pone en verde y se quedan abajo. O aquellos que van a comprar algo a un
negocio y el comprador que estaba delante de ellos se lleva el ultimo kilo de
eso que iban a buscar.
Está el grupo de los variables, de suerte
errática, a veces estrellas y otras estrellados, nada en ellos es permanente ni
constante. Van de aquí para allá sin rumbo fijo y con suerte inconstante. Son
los seres a los que la suerte ignora, no se ocupa de ellos ni para bien, ni para
mal. Ellos están librados a una suerte insegura que puede ser mucha o poca, mala
o buena. Lo seguro y a veces alentador, es su inconstancia suertística.
También hay un cuarto grupo, que no tiene contacto
ni similitudes con ninguno de los anteriores. Este es un grupo, sí, de riesgo,
Está compuesto por esos seres que tientan a la suerte, la provocan, le presentan
batalla y esperan con estoicismo su primer golpe, se burlan de ella y hasta le
sacan la lengua. Tal vez sean seres muy valientes que siempre están al borde,
esos seres que necesitan adrenalina como elemento vital. Son los que no temen al
peligro, o tal vez lo desconozcan.
Ellos viven en un vértigo diario, viven en un
riesgo constante y permanente. Viven al límite, en el borde entre la vida y la
muerte, y hasta a veces tienen un pie de cada lado. Lo peor es que desoyen
cualquier advertencia. Ellos son así, para eso han sido construídos, son los
desafiantes provocadores de la suerte. En este grupo podríamos incluír a:
aquellos que fuman relajadamente poniéndole nafta al auto con un bidón. O los
que quieren avivar el fuego echándole querosene y dejando después la lata cerca,
por las dudas . Los mismos que tocan algo eléctrico con metal, o enchufan miles
de artefactos en un sólo enchufe con enésima cantidad de triples.
Pero el ejemplo más emblemático, más
representativo, más icónico de este grupo de riesgosos seres desafiantes de la
suerte fue el de un chico que vi desde el colectivo. Él iba muy feliz en su
ciclomotor, el que estaba un tanto... ¿Como decirlo? ¿Averiado? Pero gracias a
su ingenio y su ausencia de temeridad, funcionando a la perfección, porque había
reemplazado el tanque de nafta por un bidón que llevaba entre sus pies. Que
solvencia, que temple, que ... Sí, yo pensé lo mismo, pero no lo quise poner
porque me parecía que iba a quedar un poco guarango.
En fin, como diría mi Tía Elsa, este chico si que
es un flor de zapallo con ojos y más que mameluco.
Besooo.
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